¿Confiamos en la información?
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Juan José Bonifaz B..- Ya se anuncia el Presupuesto General del Estado para el año 2015, con un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de un 5.9%, un índice de inflación cercano al 5% y un déficit del sector no financiero del 3.6%. Es lo que dice el gobierno plurinacional con cifras espectaculares y excepcionales resultantes de un ciclo favorable; no informa ni ingresa al análisis detallado y transparente del real trasfondo económico del país.
Para ello debemos acudir a la Fundación Milenio (*), cuyo prestigio y fuentes confiables nos permiten referirnos al popular Producto Interno Bruto, el familiar y conocido PIB, y sus formas y maneras de presentar este instrumento que el INE tiene la obligación de mejorar. “Una manera de presentar el PIB es diferenciando el consumo de los hogares, el gasto del gobierno y las inversiones que realizan las empresas, a lo cual se agrega la diferencia entre lo que se exporta o vende al exterior, y lo que se importa o compra del exterior”. “También se presenta el PIB según el valor agregado por los sectores de la actividad económica, lo que supone también descontar las compras entre ellos. La agrupación más gruesa de sectores diferencia el primario, que extrae productos de la naturaleza, el secundario, que los transforma, y el terciario, que engloba todo lo demás, incluyendo la administración pública”.
“Así es que en Bolivia, en los últimos años, nuestras autoridades se han convencido de que el crecimiento está basado en el consumo, porque ese componente del gasto ha crecido más que los otros. Las autoridades del gobierno hablan de un modelo cuyo motor es el mercado interno. Otros economistas se concentran en el método del producto, y analizan el comportamiento de los sectores para ver cuál de ellos es el que crece más. De ahí, por ejemplo, sale la conclusión de que la economía boliviana se está haciendo cada vez más dependiente de la producción primaria y de la exportación de materias no procesadas, como minerales y gas natural”.
“Las dos conclusiones se basan en los datos del PIB y son radicalmente contrapuestas. ¿Cómo es posible que ambos tengan razón? En realidad, ninguno tiene toda la razón aunque digan algo razonable. Sucede que sus conclusiones son parciales e incompletas porque sus datos también son incompletos. En primer lugar, veremos que la Producción Total de la economía es prácticamente el doble de la que aparece reflejada en el PIB. O sea que nuestra economía es, en realidad, más grande de lo que creemos. En segundo lugar, si observamos la composición de la Producción Total, nos daremos cuenta de que las transacciones intermedias, entre empresas y durante el ciclo productivo, representan casi el 40 por ciento de la economía”.
Tomar en cuenta la Producción Total, su composición y el desempeño de sus componentes, puede ayudar a comprender mejor las características de nuestra economía y orientar mejores y más efectivas políticas económicas; de lo contrario, quedan fuera de la contabilidad nacional, la economía informal, el narcotráfico, el contrabando, etc. Es decir, una gran parte de la economía boliviana.
“Esto es particularmente importante cuando se avecina una contracción de los precios de los bienes primarios que afectará el valor de nuestras exportaciones. Para mantener el dinamismo de nuestra economía no será suficiente el gasto fiscal ni el estímulo al consumo de los hogares, sino que tiene que tomarse en cuenta el desempeño y la salud de las empresas, cualquiera que sea su tamaño. Puede suceder otra vez lo que ha ocurrido tantas veces antes, que por estimular la demanda agregada se daña a las empresas, contrayendo la oferta total y generando inflación”.
(*) Coy 259 Doble aguinaldo. ¿Premio o castigo?
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