Martes, 16 de diciembre de 2014
 

EDITORIAL

La Alba y el cambio climático

La Alba y el cambio climático



Es de esperar que la iniciativa presidencial de convocar a un encuentro internacional sea exitosa, para lo que será necesario un amplio debate

Dos noticias relacionadas con el lugar que nuestro país ocupa en los debates sobre el cambio climático han tenido especial relevancia durante los últimos días. Una de ellas es la que se refiere a la decisión presidencial de no participar en una marcha organizada por la Cumbre de los Pueblos, encuentro alternativo a la Vigésima Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP20). La otra a su discurso sobre el tema en La Habana, en el marco de la VII Cumbre de la Alba, y su propuesta de convocar a un encuentro internacional de movimientos sociales para elaborar una propuesta propia sobre el cambio climático.
Tras esa aparente contradicción hay una muy profunda brecha que se ha abierto y tiende a profundizarse entre los gobiernos de la Alba, todos sin excepción, y las organizaciones ambientalistas. Y Bolivia no es una excepción.
En el caso de Venezuela, esa tensión se refleja en las observaciones de la Red de Organizaciones Ambientalistas No Gubernamentales de Venezuela (Red ARA). En un reciente informe, afirma que en ese país 748 especies de fauna y 341 especies de plantas se encuentran amenazadas como efecto de una tasa de deforestación que es la décima más alta del mundo, entre una muy larga lista de cuestionamientos a la política ambiental del gobierno actual.
El caso de Nicaragua es aún peor, pues a las causas comunes de deterioro ambiental se suma la decisión del gobierno de Daniel Ortega de iniciar el próximo 22 de diciembre la construcción de un inmenso canal interoceánico. Según coinciden todas las organizaciones ambientalistas de Nicaragua y del mundo, esa obra merecería el título de la mayor catástrofe ambiental de los últimos tiempos. Por eso, más de 10 organizaciones ambientalistas nicaragüenses, agrupadas en una coalición llamada Grupo Cocibolca, se mantienen movilizadas para evitar el inicio de las obras.
El caso de Ecuador es muy similar. Las tensiones entre el gobierno de Rafael Correa y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), muy deterioradas desde hace mucho tiempo, han llegado durante los últimos días a tal punto que se teme que de un momento a otro los enfrentamientos verbales pasen a actos de violencia entre las organizaciones indígenas y fuerzas gubernamentales.
En lo que a Cuba se refiere, las principales tensiones con las organizaciones ambientalistas internacionales se deben al lugar protagónico que ocupa ese país en el desarrollo y promoción del uso de semillas transgénicas, algo a lo que terminantemente se oponen.
La situación de Bolivia no es mejor. Y no sólo porque según los informes especializados en el tema es uno de los países que más contribuye a la contaminación planetaria como consecuencia del intenso ritmo al que avanza la deforestación de nuestros bosques amazónicos, sino también por la tenacidad con que se ejecutan proyectos incompatibles con la salud ambiental.
En ese contexto, sólo cabe esperar que la iniciativa presidencial de convocar a un encuentro internacional de movimientos sociales para debatir sobre el tema ambiental sea todo un éxito, lo que sólo será posible si se permite que se expresen y se oigan todas las opiniones sobre el tema.