EDITORIAL
Correcta decisión presidencial
Correcta decisión presidencial
Es de esperar que el cambio de actitud presidencial no sea desvirtuado por presiones sectarias que suelen hacer perder la objetividad
Luego de su última gira internacional, el Presidente del Estado ha dado un golpe de timón que, lamentablemente, parece que aún no perciben algunos funcionarios que lo acompañan. Con mucha sinceridad, dejando de lado el triunfalismo que predomina en el discurso oficial, ha advertido al país que las consecuencias de la caída de los precios del petróleo pueden afectar la economía nacional, extremo que los elaboradores de la agenda diaria gubernamental –a la que se someten, al parecer, todas las autoridades a excepción del primer mandatario– no han incluido.
Esta percepción presidencial se ha traducido en la instrucción a su gabinete ministerial en sentido de que reflexionen y presenten propuestas de acción para enfrentar esas consecuencias negativas y no mantengan una actitud pasiva suicida como se dio en varios episodios de nuestra historia económica, con resultados que afectaron fundamentalmente a los sectores más pobres de la sociedad. Más aún, ha señalado que se debe promover un amplio debate sobre el tema.
De acuerdo con muchos entendidos y más allá de las razones por las que han caído los precios del petróleo, lo cierto es que nuestro principal recurso de exportación, el gas, cuyo precio está indexado a los del petróleo, también puede sufrir una disminución, lo que pondría en crisis la capacidad del Estado de cumplir sus obligaciones económicas. Sin duda, el país tiene a su favor un largo periodo de bonanza que ha permitido generar importantes reservas y una expansión importante del mercado interno, factores que ayudan a enfrentar este nuevo periodo. Pero, no es menos cierto que se trata de recursos que si no están bien administrados rápidamente pueden agotarse.
Además, una política de esta naturaleza debe ser necesariamente concertada con las regiones, dejando la actitud de bedel que las autoridades económicas han adoptado. Si no hay el acuerdo con las regiones –léase gobernaciones, municipios, autonomías indígenas y universidades–, lo que se provocaría es una reacción negativa que puede hacer tambalear al sistema económico del país.
La historia del país muestra que cuando se deterioran sensiblemente las condiciones de vida de la gente y la desesperanza se apodera de la ciudadanía, no hay adhesión o identificación que valga salvo que, por un lado, vea y sienta que sus conductores también restringen sus erogaciones y, por el otro, tenga confianza en que se dice la verdad. De ahí que la iniciativa del Presidente del Estado de advertir sobre las consecuencias negativas de la caída de los precios del petróleo, desmintiendo banales declaraciones de varios de sus colaboradores tratando de edulcorar la realidad, es correcta. Lo que debe seguir, sin duda, es revertir el excesivo gasto suntuario y dar muestras transparentes de que se está asumiendo una actitud de austeridad correspondiente al nuevo ciclo de "vacas flacas".
Obviamente, actitudes como ésta deben ser también emuladas en los otros niveles de gestión estatal, agregando la necesidad de hacer realidad el espíritu de solidaridad. En definitiva, es de esperar que este cambio de timón no sea abandonado por presiones sectarias.
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