EL SATÉLITE DE LA LUNA
El desplome del petróleo: ¿blind-dados?
El desplome del petróleo: ¿blind-dados?
Francesco Zaratti.- La persistente baja del precio del petróleo ha generado varios comentarios acerca de su impacto en la economía mundial.
A diferencia de lo que piensa nuestro Presidente, hay consenso entre los expertos en que la causa principal de esa baja es económica. Arabia Saudí, firme aliado de los EEUU y principal productor de petróleo en el mundo, después de contemplar como en el último año EEUU llegaba a la autosuficiencia energética, por efecto de la producción de shale gas y shale oil, decidió actuar para que otros países consumidores no hicieran lo propio. Dejó bajar el precio del crudo para inviabilizar nuevos emprendimientos de extracción de hidrocarburos “no convencionales” y no sólo aquellos sino también muchos pozos que dejan de ser rentables con precios del crudo inferiores a 60$/bbl.
Como efecto secundario, el desplome del petróleo es un batacazo a países cuyos presupuestos son altamente dependientes de la exportación de petróleo, como Rusia, Irán y Venezuela; países que casualmente no son “santos de la devoción” de Washington. Desde luego que la medida afecta también a Arabia Saudí pero, considerando las ingentes reservas de divisas de ese reino, el impacto de la baja es despreciable frente al objetivo de volver a dominar el mercado.
Si, como parece, esa estrategia cuenta con la venia de los EEUU, es de esperar que el petróleo no baje de 50 $/bbl, considerado el umbral que inviabilizaría también a los grandes campos de shale oil de los EEUU.
La semana anterior el Wall Street Journal proyectó que en América del Sur dos países sufrirían una fuerte baja de ingresos: Venezuela (-10%) y Ecuador (-3%). Los demás ganarían o perderían ligeramente. El caso de Venezuela es particularmente grave porque se ampliaría aún más el déficit fiscal, financiado por China a cambio de la hipoteca sobre la producción de PDVSA.
¿Y Bolivia? Se tienen malas y buenas noticias. No sé si “se acabó la bonanza” (Evo), pero definitivamente habrá una merma en los ingresos, estimada entre 900 y 1.300 M$. Las autoridades del ramo no lo creen: empezaron con la teoría del “blindaje” (¡del inglés “blind”!) presupuestando precios irreales del crudo internacional; luego se escudaron en la amortiguación del mecanismo de cálculo del precio de exportación del gas (sin considerar que si la baja tarda en manifestarse en la factura del gas exportado, también la eventual subida tardará en hacernos recuperar los ingresos actuales); finalmente, apelaron al consuelo de que el país “ganaría” por la reducción del costo del diésel y gasolina importados. Eso me trae a la memoria el chiste del médico que le dijo a su paciente: “Le tengo buenas y malas nuevas. La mala es que debo amputarle ambas piernas, la buena es que hay una persona interesada en comprar sus zapatos”. De hecho lo que se “gana” con el ahorro del diésel es casi la décima parte de lo que se “pierde” por la baja del precio del petróleo.
La otra mala noticia es que, en este contexto, las inversiones de riesgo se reducirán en todo lado, y mucho más en Bolivia, donde los arbitrajes de las inversiones estarán a cargo de nuestra “asombrosa” justicia.
Viendo por el lado positivo, Bolivia posee recursos que permitirán mitigar la crisis por un tiempo: son los saldos no ejecutados de los gobiernos locales congelados en los bancos.
Adicionalmente, el desplome de precios ayudará a consolidar el mercado regional para nuestro gas. En el último Congreso de la CBHE se mencionaron costos de producción en torno a los 80 $/bbl de la “competencia” (Vaca Muerta en Argentina y el Pre-sal en Brasil), de modo que en la actualidad esos proyectos quedarían congelados. ¿No es el momento de impulsar la exploración para incrementar las reservas?
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