LA NOTICIA DE PERFIL
El Diablo nunca duerme
El Diablo nunca duerme
Paulovich.- Mi socia periodística que lleva estricta cuenta de todas nuestras actividades profesionales me dijo: “Ya estamos en las vísperas de la Nochebuena y todo está listo para que el Niño Dios nazca en el pesebre: la picana está prevista, el árbol navideño muestra todas sus luces y adornos y sólo faltan algunas de sus tías que suelen venir para recibir nuestros regalos…”
Satisfecho con su informe y como viejo experimentado pregunté a la cholita inocentona: “¿Y no has visto al Diablo rondando por mi casa para ‘fregar’ con jota nuestros planes de alegrarnos sanamente con motivo del nacimiento del Niño Jesús...?”
La inocente cholita cochabambina se santiguó en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo respondiéndome que no había visto al Diablo por los alrededores y que si ese sujeto apareciera por aquí le echaría un turril de agua bendita para ahuyentarlo.
Algo más tranquilos nos pusimos a conversar en mi living, cerca del pesebre, y Macacha me pidió que le explicara con mayores detalles las visitas del Diablo a los hogares cristianos que se aprestan a dar la bienvenida al Niñito Jesús, respondiéndole con agrado pues toda mi vida soy un convencido de que “El Diablo nunca duerme”, ni siquiera en Navidad y otros días santos.
Conté a la sorprendida cholita nacida en Quillacollo que el Diablo para fregar con jota esta fiesta cristiana suele imbuir de tanto espíritu navideño a las buenas mujeres que éstas caen rendidas por la fatiga y se ven obligadas a pasar la Nochebuena en cama con los nervios deshechos por haber realizado tantos esfuerzos y trabajos, mientras el Diablo tentador sonríe satisfecho. Macacha sacó la conclusión y me dijo: “Es que el Diablo sabe mucho”. Continuando mi explicación acerca de las “diabluras” del demonio, conté a mi inocente comadrita que otras veces el Diablo ataca al padre de una familia para fregar con jota a toda la familia que se apresta a celebrar alegremente la llegada del Niño Dios, llevándolo al ciudadano a tomar “sólo una copita” con sus amigos o compañeros de trabajo. Allí actúa el pícaro Diablo y obliga al buen hombre a seguir bebiendo mientras el resto de su familia, donde también hay “wawachas”, (léase niñitos) espera a su papito y éste llega pasada la medianoche pasado de copas y queriendo abrazar al árbol de Navidad, se caen juntos y la Navidad acaba en llanto general mientras el diablo baila solo después de haber fregado con hache aquella reunión familiar a los pies del niño Jesús que les prometió nacer a medianoche.
Macacha me escuchó con gran atención y luego me dijo mirándome a la cara “Más sabe el Diablo por viejo que por Diablo”, acusándome de ser más viejo que el Diablo, lo que me llevó a pensar que la cholita podría estar endemoniada, por lo cual, preventivamente, le eché unas gotas de agua bendita en su copa de chicha que nos había sido enviada desde Punata.
Al sentir el agua bendita, el Diablo huyó dando gritos y mi comadre y yo continuamos charlando y adorando al Niño Dios que nacerá mañana.
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