La Navidad de los pobres
La Navidad de los pobres
Mario Linares Linares.- En Sucre como en otras ciudades de Bolivia, estos días de Navidad se repetirá el éxodo de familias campesinas con sus niños descalzos, a pedir un mendrugo de pan, un buñuelo y chocolate o alguna ropa usada; un desfile por nuestras calles y plazas de mujeres, hombres y niños harapientos esperando que algún alma caritativa les ofrezca un regalo, y en muchos casos, reciben el maltrato porque se han profundizado los odios, las diferencias y la discriminación, así como sigue la mendicidad y la pobreza rondando nuestras calles.
En estos días de amor, paz y solidaridad, es contrario al espíritu humanitario ver a los niños campesinos con sus madres, deambular en nuestras calles estirando la mano para una limosna. Algunos –los menos solidarios– dirán que es costumbre o que es un afán pedigüeño. No es así, es la pobreza en que se vive en muchas regiones de Bolivia y entre ellas la nuestra, probablemente no tanto como en el altiplano, pero igual es pobreza, mendicidad y desamparo. En Bolivia nada o muy poco ha cambiado y, sin embargo, vivimos bombardeados de publicidad millonaria sobre el cambio.
El verdadero pueblo (no sus dirigentes ni quienes están en el poder), nuestra gente olvidada, sigue allá: pobre, desnutrida y harapienta, Sin embargo, nos damos el lujo de tener satélite “que nos ha enseñado a creer”, según ilusionan grandes carteles en las ciudades, coches blindados para seguridad oficial, estamos proyectando una central nuclear y lo demás… Pero, lo más importante, la verdadera riqueza que deberíamos cuidar: nuestros niños en el país, el pueblo “pueblo”, siguen como siempre.
Nos llegó Papá “NOEL”,… el árbol de navidad gigante en la Plaza “ Murillo” (símbolos del capitalismo) con un derroche de millones en fuegos artificiales y luces; los gobernantes, como parte de esta Ilusión colectiva, alborozados, con rostros sonrientes y satisfechos para la inauguración, para autoengañarnos con nuestra situación de bonanza y bienestar, tanto que hasta la baja considerable del precio internacional del petróleo que es nuestro principal recurso natural no renovable para exportación –nos dicen– será favorable para nuestra economía y estamos mejor… vamos bien. Sin embargo, la pobreza esta ahí; nuestros pobres invadirán estos días las calles de Sucre y de otras ciudades de Bolivia… ¿Algo ha cambiado con este proceso de cambio?
Diez años deberían haber servido ya, cuando menos, para que estos seres humanos, para que esta lacerante realidad de los verdaderamente pobres, humildes como Jesús de Nazaret, migrando temporalmente del campo a las ciudades para pedir limosna o un pequeño alivio a su pobreza o una pequeña alegría que no la tendrán por el resto del año, hubiera desaparecido…..y que su vida fuera mejor, si tanto hablamos del vivir bien. Mientras esto no ocurra, seguiremos viviendo el autoengaño y el mundo de ilusiones que se venden y los pobres seguirán invadiendo nuestras ciudades para pedir limosna y dormir en las calles.
La Navidad, con esta cara, seguirá siendo la Navidad de los pobres.
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