Mi�rcoles, 24 de diciembre de 2014
 

RESOLANA

Amigas

Amigas

Carmen Beatriz Ruiz.- Se las ve por todas partes, inquietas, ruidosas, como batiendo el aire con sus risas cuando son ni�as; en pose de mujeres fatales, coquetas y animosas, como bandadas de palomas cuando son j�venes; alrededor de una mesa en amena conversaci�n o intercambiando recetas y secretos si son mayores. En las cocinas, con libros o labores entre las manos o alrededor del fuego cont�ndose cuentos, cualquier lugar es propicio para la tertulia entre mujeres. �Qui�nes m�s que ellas, las hermanas del alma, para entender lo que apenas podemos expresar? Ellas nos arropan con su risa y su picard�a cuando el mundo se vuelve enemigo. Ellas son capaces de agasajarte o acariciarte emergiendo de su propio dolor.
Afecto, apego, simpat�a, hermandad, cari�o, amor� y varios vocablos m�s. Hay muchas maneras de nombrar la amistad, ese v�nculo entre dos o m�s personas, tan corriente y, sin embargo, tan extra�o e inapreciable en su verdadera dimensi�n. En la mayor�a de las culturas hay palabras espec�ficas para nombrar la amistad, incluso dioses o diosas cuyos principales atributos o dones son propicios para la construcci�n de ese tipo de relaciones. En todas las culturas hay figuras e historias m�ticas que ejemplifican la amistad, con actitudes ejemplares de entrega y lealtad, como Aquiles que veng� la muerte de Patroclo, y tantos otros, guerreros, deportistas o fil�sofos, capaces de dar la vida por el amigo.
Pero, curiosamente, la mayor�a de las veces se piensa que �sta es usual y m�s �natural� entre los hombres, asignando a las mujeres sus contravalores, como la competencia, la envidia, la maledicencia, los celos o la deslealtad. Los prejuicios contra la amistad entre las mujeres tienen historias emblem�ticas en los cuentos de hadas, en los que la rivalidad por asuntos como la belleza f�sica, la riqueza, la eterna juventud o el amor de un hombre convierten a hermanas en enemigas y a madrastras en seres despiadados.
Desde el feminismo contempor�neo, pensadoras como la mexicana Marcela Lagarde acu�aron el concepto de sororidad como �una opci�n cr�tica para romper el viejo mito simb�lico de que `mujeres juntas ni difuntas`�, un refr�n que, desde una visi�n patriarcal ha colocado hist�ricamente a las mujeres en espacios separados, como enemigas, confabuladoras y saboteadoras, hasta el grado de que existe la fama de que el trabajo entre mujeres es imposible, que no pueden ser buenas amigas por los recelos que se tienen, pues si se juntan, se desgarran las vestiduras y atentan contra su propio g�nero (e mujeres.net/ateneo/.../enemistad-y-sororidad-nueva-cultura-feminista).
Claro que hay rivalidades y envidias y celos y deslealtades entre mujeres, pero probablemente no m�s que entre hombres. Sin embargo, mientras que en el primer caso se le adjudica un sexo, en el segundo se aplican calificativos edulcorados como competitividad, incentivo y emulaci�n.
Pero la �realidad real� desmiente a cada paso los prejuicios. Es la vida cotidiana quien te dice que quien no tuvo de ni�a la mejor amiga, la inseparable, la gemela del coraz�n, ha tenido una ni�ez incompleta. Quien no ha ido acumulando y ampliando esos c�rculos de hembras vitales y feroces alrededor del fuego de la amistad no ha fraguado el rojo vivo de su identidad y est�, definitiva y cruelmente, incompleta.
�Salud amigas, hermanas elegidas, que la fuerza nos acompa�e!