EDITORIAL
La econom�a, un desaf�o para la serena reflexi�n
La econom�a, un desaf�o para la serena reflexi�n
M�s all� de los apasionamientos pol�ticos e ideol�gicos, urge en nuestro pa�s un sereno debate sobre el presente y el futuro de la econom�a nacional
Si hay un tema que durante los �ltimos tiempos ha ocupado un lugar destacado en la agenda informativa econ�mica de nuestro pa�s, es sin duda el relativo a la abundancia de informes positivos sobre el rumbo de la econom�a nacional. Tanto, que ya no llama la atenci�n que los principales organismos internacionales, las m�s renombradas calificadoras internacionales de riesgos o destacados analistas de medios especializados publiquen evaluaciones seg�n las cuales nuestro pa�s puede y debe ser visto como un modelo digno de imitar.
Como es natural, tan favorables informes no suelen ser recibidos como si de verdades incuestionables se tratara, sino como motivos de intensas pol�micas. No pod�a ser de otro modo, pues en nuestro pa�s, como en cualquier otro del mundo, el estado de la econom�a est� directamente relacionado con la correlaci�n de fuerzas pol�ticas, es motivo de preocupaci�n cotidiana para la mayor parte de las personas y es tambi�n uno de los objetos favoritos de debate te�rico entre expertos del mundo acad�mico.
Desde el punto de vista de la repercusi�n pol�tica del tema, es notable que en las filas de la oposici�n se haya impuesto una especie de rendici�n cuando de debatir se trata.
No se oyen voces que pongan en duda los lineamientos centrales de la pol�tica econ�mica aplicada por la actual gesti�n gubernamental y mucho menos propuestas alternativas. En el �mbito acad�mico la situaci�n no es en el fondo muy diferente, aunque cuando de hacer proyecciones hacia el futuro las opiniones se polarizan entre dos visiones diametralmente opuestas.
En un extremo de ese espectro se destaca la opini�n de quienes desde una plena identificaci�n con las fuerzas gubernamentales han renunciado al razonamiento cr�tico para poner sus conocimientos al servicio de la propaganda, lo que resta seriedad y credibilidad a sus interpretaciones.
En el otro extremo se ubican quienes con similar actitud enarbolan interpretaciones diametralmente opuestas. Reducen la compleja realidad a consabidas f�rmulas te�ricas y, cuando los hechos no confirman sus teor�as, no encuentran mejor escape que proyectar hacia el futuro los m�s pesimistas augurios. Se dir�a que esperan que un cataclismo econ�mico venidero termine por ratificar las pesimistas previsiones que vienen repitiendo a�o tras a�o lo que, como en el caso anterior, deja muchas dudas sobre la solidez de sus conocimientos y la seriedad de sus an�lisis.
Ninguna de esas maneras de abordar la situaci�n econ�mica del pa�s resulta �til a la hora de comprender la realidad y mucho menos para proyectarla hacia el porvenir. Por eso, es de esperar que desde ambos polos se d� un giro de modo que desde los diferentes puntos de vista se enriquezca un sereno y objetivo intercambio de ideas y reflexiones. S�lo as� podr�n mejorar nuestras posibilidades de afrontar con �xito las tareas pendientes y los retos que nos depara el porvenir. (Reedici�n)
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