Domingo, 28 de diciembre de 2014
 

EDITORIAL

Un buen balance

Un buen balance



Hasta ahora la estrategia gubernamental ha seguido un rumbo correcto, pero deben seguir primando la prudencia, la planificación y paciencia

Hay generalizado acuerdo en que la política de recuperación de una salida soberana al Océano Pacífico con la que Bolivia nació como país independiente tiene la más absoluta prioridad y a ella deben subordinarse otras acciones que se decida encarar en el plano internacional.
Pero, esta posición que es fácil de formular es muy compleja de ejecutar. Hay demasiados obstáculos que se interponen en su aplicación, así como visiones sobre cómo traducirla en acciones concretas. A lo largo del tiempo que transcurre desde el fin de la Guerra del Pacífico, el país ha tenido que elaborar las más diversas estrategias con este fin, mientras que Chile ha tenido la posición de rechazarlas, sea con o sin negociaciones de por medio.
Sobre esa experiencia y en una etapa de profundos cambios en el mundo, el Gobierno, como se sabe, decidió presentar ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) una demanda en contra de Chile para que se obligue a este país a negociar de buena fe la satisfacción de la demanda boliviana sobre la base de propuestas que a lo largo de esta historia de negociaciones aquel país presentó con este fin.
Esta acción, más allá de cualquier sentimiento chovinista que siempre es necesario controlar, ha descolocado a la tradicional diplomacia chilena que no ha tenido, hasta ahora, la capacidad de comprenderla en sus reales alcances, manteniendo un discurso que no corresponde a la realidad y, por tanto, desarrollando una campaña de respuesta que es severamente criticada internamente, como nunca había sucedido en ese país en temas de política internacional. Es interesante, en este sentido, observar que los pocos voceros (oficiales y oficiosos) que respaldan la actuación oficial no sólo que representan a corrientes tradicionalmente conservadoras, sino que basan su actuación en posiciones de esa naturaleza. Y al no coincidir esta posición con los cambios actuales, lo que hacen es recuperar el discurso de la prepotencia, heredero de la corriente formulada por el canciller Abraham Koening en las primeras décadas del siglo pasado, del que toda persona ilustrada y respetuosa de los principios de la pacífica convivencia se avergüenza.
En ese contexto, el comportamiento del país ha sido el adecuado. Tanto las autoridades como los actores políticos de la oposición y de la sociedad han dado un respaldo a la estrategia gubernamental y salvo una que otra excepción este tema ha salido del debate político interno. Sin embargo, han aparecido algunas declaraciones de personajes que si bien son autoridades estatales no tienen relación directa con el tema, pero que parecería que tienen un excesivo afán de figuración que si no es controlado podría afectar la estrategia adoptada. Asimismo, a algunos otros actores ha entusiasmado el desconcierto chileno y sin necesidad alguna adoptan una retórica innecesariamente agresiva y aparecen acciones que sin que estén directamente relacionadas con el tema pueden afectarlo en el campo internacional.
En resumen, hasta ahora la estrategia gubernamental sobre nuestra demanda marítima ha seguido un rumbo correcto; pero, dada su trascendencia y complejidad, deben seguir primando la prudencia, la planificación y paciencia.