Domingo, 28 de diciembre de 2014
 
Navidad chuquisaqueña

Navidad chuquisaqueña

Juan José Bonifaz B.

Esta nota es portadora de un abrazo fraternal de chuquisaqueño. Llegó la hora de hacer conciencia de que somos parte de una Bolivia de segunda, y por tanto, de trabajar unidos y sin descanso, para recuperar nuestras glorias e ilustre pasado.
Los Salvadores del mundo hicieron mucho por la humanidad en singulares momentos, pero el mayor y definitivo ideal de desarrollo que la raza humana encarnó, es Cristo. Él ha penetrado totalmente en la humanidad que se esfuerza por transformar su ideal; Cristo es el ideal del hombre, porque representa la condición final de la naturaleza humana.
La Navidad nos permite reflexionar sobre la necesidad de dar nacimiento al mago que llevamos dentro. La dualidad de la vida nos hace olvidar frecuentemente y, en algunos casos, ignorar la esencia del Ser Humano. Descubrir los valores profundos de nuestro mundo interior debería ser nuestra gran búsqueda.
Estas fiestas han tomado diversas características de acuerdo con el tiempo y los lugares. En Sucre, era diferente a las provincias y el puro mundo rural. Relato de mi propia experiencia: En vacaciones de fin de año, toda mi familia pasaba estas fiestas en una pequeña propiedad ubicada en los límites de Chuquisaca con Cochabamba y Potosí, más o menos a 100 kilómetros de Sucre, camino de herradura; era un lugar apacible y hermoso, cuyo ambiente elevaba la mente y el corazón. Por ser esta época especialmente apta para las faenas agrícolas, temporada lluviosa propicia para la producción agrícola, muchos chuquisaqueños tenían que trabajar haciendo abstracción de la importancia de estas fiestas.
Papá nos relataba las costumbres de la ciudad para Navidad y la práctica de arreglar nacimientos, depositar los zapatitos de los niños en la puerta o la ventana de su habitación para que el Papá Noel en Nochebuena dejara los regalos junto a éstos…Mis hermanas y yo poníamos también nuestras chancletitas en la esperanza que llegaría para nosotros; pero Papá Noel nunca llegó, era demasiado lejos…
En ese mundo no se conocían regalos ni aguinaldos, ni siquiera sueldos, sino todo estaba sujeto al trabajo y las condiciones del tiempo y las aguas. Sin embargo, Dios nunca abandonó a sus hijos y les aseguró una vida sana y honrada.
En esta época de cambio e inversión de valores, las fiestas de Navidad y Año Nuevo se han convertido en una competencia de consumidores y vendedores, dejando al descubierto la realidad de la nueva Bolivia. Lo insólito es el traslado masivo de campesinos con miras a conseguir algún alimento y, en muchos casos, la caridad pública. Uno se pregunta: ¿Qué del cambio y la nueva Bolivia?... ¿Ya no produce la gente rural?... ¿Han cambiado el trabajo por los bonos y la limosna vergonzante de las ciudades?...
El populismo y la politiquería alientan con picanas, desayunos y regalos irrelevantes el voto para sus candidatos y provocan una condición humillante para seres humanos, especialmente niños campesinos, que recorren calles y plazas en muchos casos con sus padres, mostrando un panorama de miseria y deshumanización que lastima la moral ciudadana.
Entre tanto, la propaganda plurinacional con falsas estadísticas llena los medios de comunicación, las calles de las ciudades están repletas de seres humanos sin pan ni techo, pidiendo limosna y dejando una estela de dolor que rompe el corazón del pueblo.