Cristo la palabra viviente
Cristo la palabra viviente
Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M.
Seguimos viviendo el Nacimiento del Hijo de Dios, Cristo Jesús. En la liturgia católica, este domingo, es una profundización de la gran fiesta cristiana y también social de la Navidad, de la llegada visible del enviado del Padre. El evangelio de Juan -su prólogo- que se leyó en la tercera eucaristía de Navidad, nos dio una profunda iluminación sobre la presencia visible de Cristo, su nacimiento y también el accionar del Padre. Es este mismo evangelio, el que se proclama en este domingo. El aspecto más sobresaliente de hoy es Cristo Palabra Viviente de Dios. El que se llame cristiano y rechace la Palabra de Dios pierde la luz de la salvación que viene solamente de Cristo.
Durante estos hermosos días de Navidad -el tiempo de Navidad se cierra con la fiesta del bautismo de Jesús- aparece la figura de la Madre de Dios, Madre Santísima, que brilla en su actitud humilde ante la venida de Dios Salvador, de ella nos dice el evangelista Lucas María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón". María se alegra por la salvación que nos viene de lo alto. En esta presencia en el mundo, María será siempre la aurora de la salvación. Ella queda asombrada por la manera tan humilde y amorosa del actuar del Hijo de Dios. Ella vivió como nadie la historia de la salvación. Ella, además, formó la persona de Cristo y se benefició de él, Palabra viviente de Dios.
Las tres lecturas de este domingo segundo después de Navidad están estrechamente unidas. Podríamos afirmar que el libro del Eclesiástico o Sirácida prepara, en la misa, la escucha del evangelio de san Juan. Vemos como ya en el Antiguo Testamento se intuía que la sabiduría de Dios, personificada, existía antes de todos los siglos, echó raíces profundas en el pueblo de Israel". Para los cristianos esa promesa no tiene otro sentido que en Cristo, Palabra eterna del Padre.
San Pablo en la segunda lectura de hoy, Efesios 1,3-6.15-19, se expresa de esta manera: "Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido..." La bendición descendente de Dios y la ascendente de nuestra alabanza se encuentran en la persona de Cristo. El apóstol nos enseña a pedir a Dios, "el espíritu de la sabiduría y revelación para conocerlo".
¡Cuánto bien nos haría, cada domingo, el volver a leer y releer las tres lecturas que se proclaman en la celebración de la misa del domingo! Es necesario que se apoye económicamente las hojas dominicales que se dan en nuestros templos. Jesucristo, desde !a eternidad, estaba junto a Dios y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el que era la Palabra se " encarnó", acampando entre nosotros. San Juan nos dice, "vino para iluminar con su luz a toda la humanidad". Cristo quiere seguir iluminado toda nuestra vida.
El evangelio nos presenta un dilema: unos reciben a esa Persona que es la Palabra viva de Dios y otros no. Cristo es "la luz que brilla en las tinieblas, y la tiniebla no la recibió". Pero los que acogen la Palabra, reciben el regalo de "ser hijos de Dios". Todos necesitamos la Palabra de Dios, a todos nos es necesario descubrir el sentido de la vida. Es importante para todos ver las cosas desde la mirada de Dios, "luz de los que creen en él".
Muchos cristianos están desconcertados y navegan en su vida con una gran confusión que, reina en tantas ideologías que son parte de nuestra sociedad. Se pudiera decir lo que Cristo nos dice: "andan como ovejas sin pastor". Por ello, el encuentro con Cristo en la Sagrada Eucaristía dominical fortalece nuestra fe en Cristo, Palabra de vida, que nos dirige constantemente hacia el Padre. Nadie va a! Padre sin Cristo, afirma Jesús
Cuando estamos a seis meses para la celebración del V Congreso eucarístico de Bolivia, será desde el 1 al 5 de julio en Tarija, solamente pequeños grupos en las diferentes diócesis se encuentran profundizando sobre la importancia de la Eucaristía para la vida cristiana. La Eucaristía, especialmente la del domingo, es una escuela de "formación permanente" para los discípulos de Jesús que se reúnen en torno a la mesa de la Palabra. Los cristianos debiéramos celebrar mucho más la Palabra que, siempre nos conforta y alienta a justar toda la vida a Cristo, Palabra viviente.
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