Jueves, 8 de enero de 2015
 

CARA O CRUZ

Samuel y la división del voto opositor

Samuel y la división del voto opositor

Raúl Peñaranda

Después de haber realizado una campaña sostenida, de unos tres años de duración, orientada a lograr la unidad de la oposición, Samuel Doria Medina acaba de hacer lo contrario de lo que predica: presentar candidatos que dispersan el voto opositor.
Hasta ahora su postura era correcta: ante un régimen tan poderoso (y popular) como el que encabeza Evo Morales, las fuerzas opositoras debían unirse para aspirar a un bien mayor: restarle algo de fuerza al Gobierno con el fin de equilibrar los poderes y, así, defender mejor a la debilitada democracia. Su esfuerzo fue parcialmente reconocido en las elecciones de octubre, en las que, en las filas de la esmirriada oposición, venció lo que se llamó el “voto útil” y fue privilegiada su candidatura por encima de la de Jorge Quiroga. Por ello Doria Medina obtuvo tres votos por cada uno que logró Quiroga. Mi estimación es que si Tuto no se presentaba, Morales no hubiera logrado dos tercios de los votos en el Legislativo. Y que si Juan del Granado iba en alianza con UD, el MAS hubiera obtenido solamente un poco más del 50% de los parlamentarios.
Ahora Doria Medina hace lo contrario. Es él quien dispersa el voto opositor, sobre todo en La Paz, una plaza crucial para el escenario político nacional. Si el Gobierno llega a controlar la Alcaldía de la ciudad, su poder sería ya casi ilimitado. En este punto, es Tuto quien parece haber entendido el “voto castigo” que sufrió en octubre y prefirió no presentar un candidato. Al mismo tiempo, se ha aliado informalmente a Luis Revilla. Mejor.
Al inscribir a un postulante contra la candidatura del líder mejor situado, es decir Revilla, Doria Medina afecta la viabilidad opositora en varios flancos. Para empezar, podría ser que su candidato, el analista Carlos Cordero, obtenga un porcentaje de votos mínimo pero suficiente como para favorecer indirectamente al MAS. Cordero, digamos si obtuviera un 4% de sufragios, ello implicará un 4% de sufragios menos para Revilla. Y eso, en una eventual lucha cerrada entre él y el candidato del oficialismo, podría ser crucial. Entre paréntesis, Cordero alentaba antes de las elecciones de octubre una candidatura opositora única y ahora hace lo opuesto.
Pero la acción de Doria Medina va aún más allá, afectando a las fuerzas democráticas en otros dos ámbitos: primero, facilita una victoria en la gobernación paceña, que podría haber estado en disputa considerando que el candidato del partido SOL.bo, Félix Patzi, tiene el perfil adecuado para enfrentar a la del oficialismo, la desconocida Felipa Huanca. Y, finalmente, al haber hecho ello, Revilla, en reciprocidad, anotó a una candidata en El Alto, Fanny Nina, que afectará las razonables expectativas que tenía la muy buena dirigenta Soledad Chapetón.
Pese a la innegable fuerza del MAS en La Paz, El Alto y el resto del departamento, estas elecciones podrían haber sido una oportunidad para la oposición, considerando las pésimas gestiones que realizaron el gobernador paceño y el alcalde alteño. Revilla es fuerte en La Paz, Chapetón tenía pretensiones serias en El Alto y Patzi podría haber hecho un papel expectable en el departamento. Eso, si la oposición hubiera marchado unida. Doria Medina hizo volar por los aires esa posibilidad.
Pero ante la irresponsabilidad de los líderes políticos lo que debe primar ahora es la responsabilidad del votante opositor. En ese sentido, para los comicios de marzo, tiene que insistirse en la idea del “voto útil” y respaldar a los candidatos más fuertes (Revilla en La Paz, Chapetón en El Alto y Patzi en el departamento). La lógica vale para el resto del territorio nacional. En marzo el elector no oficialista debe votar por las mejores candidaturas y, de paso, intentar defender la democracia.