Sábado, 10 de enero de 2015
 

DESDE LA TIERRA

Ministro doblemente aplazado

Ministro doblemente aplazado

Lupe Cajias.- Pasan los días, pasan las semanas, pasan los meses, ¡cambia el año! y cuando despertamos el Ministro todavía sigue ahí, en su despacho, como si sus palabras fuesen un susurro íntimo, como si sus sentencias fuesen privadas, como si su entendimiento fuese notable.
Desde el inicio de su gestión, el Ministro mostró ignorancia en su área de trabajo. Era difícil de creer, aún con tanto estropicio que se da estos días, que una persona tarde ¡dos décadas! en obtener su título profesional, nada menos que de médico. Es decir cuando ingresó a la facultad todavía había polio en Bolivia y cuando egresó hacía ya tres lustros que esa enfermedad infantil estaba bajo control.
¿Cómo puede alguien entender de salud pública si pasó “estudiando” el pregrado desde la temprana juventud hasta los maduros cincuentas? Entonces dijeron que tenía un padrino o una madrina, que lo sugirió para el cargo y lo defendió aún en medio de los conflictos.
Algún poder debe ejercer para mantenerse en su silla después de los fracasos para encarar epidemias, los tropezones para ampliar el SUMI iniciado por Javier Torres Goitia hijo, el equívoco para solucionar la crisis hospitalaria obligando a los médicos a ocho horas de trabajo. Tuvo la capacidad de reunir a moros y cristianos en su contra, pero él sigue ahí.
Sus declaraciones contra un enemigo del Gobierno terminan de desnudarlo. No parece conocer la ética profesional, principal materia en la carrera de medicina, y no sabe que antes de Cristo, en Grecia, se juraba respetar la privacidad del paciente, tenga o no una enfermedad. No conoce la ciencia pues confunde los términos en un punto alarmante pues no distingue contagioso de transmisible. Ignora las normas generales que rigen a un médico y la específica sobre el VIH sida.
La normativa de Acceso a la Información Pública prohíbe expresamente dar datos que afecten la intimidad de las personas y en casos de salud pública sólo se deben difundir estadísticas. Desde los años ochenta, los periodistas asistimos a seminarios de la OMS (ahora silenciosa) para evitar el mal uso de términos y de conceptos en relación a nuevas enfermedades, más aún si crean falsos temores o aumentan la discriminación.
¿Están involucrados los responsables del programa de VIH SIDA en esa difusión? ¿Ellos, que gastan miles de dólares en tantas campañas de información? ¿Llegará el día en que los sacerdotes revelen secretos de confesión? Mientras, el Ministro sigue ahí, ratificado, doble desquite.