Martes, 13 de enero de 2015
 
Recordando a María Cristina Trigo Viaña

Recordando a María Cristina Trigo Viaña

Víctor L. Sánchez Sea.- La reciente muerte de María Cristina Trigo Viaña, el último día del pasado año, motiva a honrar la memoria de quien, a la par de ser esposa de Marcelo Quiroga Santa Cruz, uno de los más preclaros hombres de la política e intelectualidad boliviana en el siglo XX, fue defensora de los derechos humanos; pero además permite recordar facetas del hombre al que amó desde muy joven y por toda la vida; ella fue la primera y única novia de Marcelo.
Contrajeron matrimonio en 1954 y procrearon dos hijos: María Soledad nació en Santiago de Chile en 1957 y Pablo Rodrigo en Salta (Argentina) en 1959. Luego de una excelente carrera universitaria, en 1966 Marcelo fue elegido diputado por Cochabamba; en el Congreso Nacional demostró sus principios irrenunciables por la defensa de los recursos naturales. En 1969 el presidente militar Alfredo Ovando lo nombra Ministro de Minas y Petróleo y se convierte en el autor intelectual de la nacionalización de los hidrocarburos.
En 1971 funda el Partido Socialista 1 y luego del golpe de Estado de Banzer se exilia en Argentina; ante la persecución a la que es sometido por la Alianza Anticomunista de ese país, en 1975 huye y se traslada a México; en 1977 clandestinamente retorna a Bolivia. En la nueva era democrática es candidato presidencial en tres elecciones antes de la asunción al poder de Hernán Siles Suazo, logrando votos cada vez más crecientes que avizoraban el hallazgo del líder que requería Bolivia; contrariamente, la clase política lo veía como al hombre que debía ser defenestrado por el peligro que implicaban sus dotes y valores.
El 17 de julio de 1980, a consecuencia del golpe de Estado de García Meza, la sede de la COB donde se realizaba una reunión del Consejo de Defensa de la Democracia, es asaltada y él asesinado. En todo ese tiempo, Cristina no tuvo una vida contemplativa sino más bien altamente activa; fue la fiel compañera del hombre que deslumbró con su pensamiento; estuvo junto a sus dos hijos donde él se encontraba; la agitada vida política de su esposo contó con la solidaria y sacrificada presencia de ella en todo momento, guardando una ejemplar actitud de madre, esposa y mujer de lucha.
Asesinado Marcelo, tuvo una participación valiosa en el juicio de responsabilidades contra García Meza, proceso que inició el 7 de abril de 1986 y cuya sentencia se dictó el 21 de abril de 1993. Durante esos largos y pacientes siete años, quienes tuvimos el privilegio de conocerla, fuimos testigos de la rectitud que guardaba su espíritu; su imponente personalidad jamás perdió el equilibrio en aquellas audiencias donde el procesado principal, desconocía todo y fingía no saber nada de los hechos que culminaron con la muerte de su esposo y posteriormente del destino de su cadáver. En todos esos momentos demostró valor, entereza e inteligencia para conservarse en alianza con el aguante, tesón y el llanto que no perdió ni derramó jamás delante de quienes asesinaron a su esposo.
Clamó justicia por todos los medios para encontrar los restos de su añorado esposo y murió sin haberlos hallado para otorgarles cristiana sepultura. Queda el recuerdo de una mujer de talante total para ejemplo de las esposas, madres y mujeres de hoy que luchan por encontrar días mejores.