EDITORIAL
Las imágenes y las palabras
Las imágenes y las palabras
El mensaje es que Mahoma, como todos los dioses y profetas, seguirá siendo dibujado en Francia, en Europa y en todo el mundo libre de dictaduras teocráticas
Si hubiera que encontrar un ejemplo para mostrar cuánto de verdad contiene el famoso dicho según el cual “una imagen vale más que mil palabras”, muy difícil sería encontrar uno mejor que la portada de la revista “Charlie Hebdo” que ha salido a circular hoy, como todos los miércoles del año. Es una caricatura del profeta Mahoma con una lágrima que se desliza por su mejilla mientras sostiene un cartel que dice: "Yo soy Charlie", todo bajo el titular: "Todo está perdonado".
Si se compara la elocuencia de tan breve mensaje gráfico con las toneladas de papel y tinta que durante los últimos siete días se han destinado al intercambio de ideas y reflexiones, de afrentas y agresiones motivadas en el crimen del pasado miércoles, la diferencia es clara. Por eso, no es casual que entre decenas o tal vez cientos de periódicos y revistas que circulan en Francia, gran parte de ellas con un tiraje mucho mayor que el de “Charlie Hebdo”, los terroristas hayan elegido a este semanario como blanco de su ira y como medio para transmitir su mensaje contra toda una sociedad y sus valores, entre los que la libertad de expresión ocupa un lugar principal por ser la base de todas las demás libertades.
Tampoco es casual, por las mismas razones, que al hacerse pública la manera como los editores de “Charlie Hebdo” decidieron retomar su causa, sin dar ni darse tregua en la defensa de la libertad, se haya desencadenado una andanada de nuevas amenazas. Muchos clérigos representantes de las corrientes islámicas más fanáticas han advertido que si publica una nueva caricatura del profeta Mahoma habrán incurrido en una "provocación injustificada". Insisten en sus ataques porque saben, como todos, que de lo que “Charlie Hebdo” dibuje o deje de dibujar a partir de hoy depende, y no sólo en sentido figurado, el triunfo o la derrota de la libertad y el laicismo frente al fanatismo y la teocracia.
Es por eso mismo que ya es imposible calcular cuántos millones de impresiones se harán de ese dibujo. Sólo “Charlie Hebdo” ha anunciado un tiraje de tres millones de ejemplares y son centenas los diarios y revistas que se han ofrecido a reimprimir su edición de hoy. Y no sólo como un acto de protesta contra la matanza del 7 de enero y de solidaridad con las víctimas sino también, y sobre todo, para contribuir a amplificar el mensaje central de la caricatura que es un llamado a la comprensión entre los musulmanes que huyen del fanatismo religioso y los laicos que intentan detener el avance de otros fanatismos, como los que se alzan en nombre del nacionalismo y la pureza racial.
En síntesis, el mensaje es que Mahoma, como todos los dioses, seguirá siendo dibujado en Francia, en Europa y en todo el mundo libre de dictaduras teocráticas, con todo lo que eso significa, y no habrá fuerza capaz de impedirlo por bestiales que sean sus métodos. Como contrapartida, esas sociedades que a costa de muchos sufrimientos y tras siglos de arduas batallas se ganaron el derecho a la libertad y a la separación entre la religión y el Estado, con todo lo que ello significa, tendrán que redoblar sus esfuerzos para allanar el camino hacia una convivencia pacífica y tolerante.
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