ESCENARIO GLOBAL
Primer Foro Celac - China
Primer Foro Celac - China
Alberto Zelada Castedo.- El primer Foro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y China, celebrado en Beijing los días 8 y 9 de enero, es un buen pretexto para reflexionar sobre la realidad actual y el potencial de las relaciones económicas entre los países de nuestra región y el gigante asiático. En la presentación del informe preparado para esta reunión por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la secretaria de la comisión, Alicia Bárcenas, subraya el hecho de que, en el último decenio, el dinámico desarrollo chino ha tenido fuertes repercusiones en la reconfiguración de los vínculos con América Latina. De ser un “socio menor”, China ha pasado a ser un “actor central” en el comercio exterior, los flujos de inversiones y la cooperación financiera.
De acuerdo con este informe, entre 2000 y 2013, el comercio de bienes entre América Latina y China se multiplicó por 22 y pasó de poco más de 12.000 millones de dólares a casi 275.000 millones. Si este ritmo de crecimiento se mantuviese, en 2019 el intercambio alcanzaría los 500.000 millones de dólares, monto al que se refirió, como meta, el presidente Xi Jinping durante el foro mencionado.
En la actualidad, las exportaciones latinoamericanas hacia China representan el 10% del total de las exportaciones de la región. En cambio, las importaciones procedentes de China equivalen al 16% del total de las importaciones. De esta manera, China se ha convertido para América Latina en el segundo proveedor de bienes y está en camino de convertirse en el segundo mayor mercado para las exportaciones regionales, en reemplazo de la Unión Europea que ocupaba esa posición.
El comercio bilateral muestra un pronunciado saldo negativo para América Latina. El déficit se debe, sobre todo, a los saldos negativos de México y América Central. Para los países de América del Sur el intercambio es más equilibrado. Sin embargo, el superávit se concentra en el intercambio con tres países: Brasil, Chile y Venezuela.
Por lo que toca a las inversiones directas, los cambios no son menos significativos. La Cepal estima que en las dos décadas previas a 2010 las inversiones chinas llegaron a cerca de 7.000 millones de dólares. A partir de este año, crecieron en forma pronunciada, hasta llegar a 14.000 millones de dólares, equivalentes al 11% de la IED llegada a la región.
El comercio bilateral tiene una fuerte concentración en pocos productos primarios exportados por países latinoamericanos. En el mismo sentido, las inversiones chinas se orientan, con marcada preferencia, a unas pocas actividades de producción de este tipo de bienes. Entre 2010 y 2013, según el informe de la Cepal, casi el 90% de las inversiones chinas se dirigió a los “recursos naturales”. En contraste, sólo el 25% del total de la IED de otro origen estuvo dirigida a este sector.
Las empresas chinas del sector de hidrocarburos (CNPC, Sinopec, CNOOC y Sinochem) figuran entre los inversionistas más importantes en los sectores de petróleo y gas en Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Estas empresas están presentes en todos los países latinoamericanos, con excepción de México y Bolivia.
Las inversiones chinas en minería son también significativas, en especial en Perú. De escaso monto son, en cambio, las inversiones en manufacturas y servicios. Las pocas inversiones en manufacturas se dan a partir de 2010 y, en su mayoría, tienen como objetivo atender los mercados locales.
Como una conclusión de su reseña sobre las características del comercio bilateral, el informe de la Cepal advierte que los países latinoamericanos tienen que realizar un especial esfuerzo para lograr, en forma progresiva, dos metas: una mayor diversificación de las exportaciones regionales destinadas al mercado chino y un menor desequilibrio comercial. Hay que tomar en cuenta que, en el último decenio, el intercambio de bienes tuvo una tasa media de incremento de alrededor del 30% y que, con toda probabilidad, ese ritmo no será sostenible en el futuro inmediato dado el menor crecimiento de la economía china.
En cuanto a las inversiones, los países de la región enfrentan dos desafíos: primero, conseguir mayores montos de inversión china y, segundo, procurar la diversificación de la misma hacia sectores distintos de las industrias extractivas. Para algunos países de América Latina es también un desafío lograr que sus inversionistas busquen oportunidades en el vasto mercado chino.
Otro aspecto relevante de la transformación de las relaciones económicas chino-latinoamericanas, es el destacado rol de prestamistas que ya desempeñan las dos principales entidades públicas chinas dedicadas a la cooperación financiera: el Eximbank y el Banco de Desarrollo. La primera suministra recursos a tasas menores pero con la condición de comprar bienes y contratar servicios de procedencia china. El segundo es más liberal pero sus préstamos pagan tasas de interés más elevadas.
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