DE-LIRIOS
De “Occidente” a “Oriente”
De “Occidente” a “Oriente”
Rocío Estremadoiro Rioja.- Mucha tinta se ha plasmado frente al semanario francés, Charlie Hebdo y el vil asesinato de sus artistas. Entre una maraña de análisis y argumentos, para mí, son sorprendentes las posturas que justifican este hecho lamentable, indicando que es una reacción de los islamistas ante la “burla xenófoba e imperialista” de su cultura. Más imprecisas e insostenibles me saben aquellas apreciaciones que sostienen que los contenidos del periódico responden a la “ultraderecha” de Europa.
Confieso que Charlie Hebdo me agrada por su irreverencia respecto a lo “sacro”. Su sátira mordaz, me remite al magistral Rius de México y también a “The Clinic” de Chile. Cavilo que hacen falta más publicaciones de ese talante y más aún en un medio como el nuestro, donde lo “sacro” tiende a ser intocable. Y no sólo me refiero a las instituciones religiosas con esencia autoritaria, sino a otros mamotretos “sagrados”, como la noción de “patria”, por ejemplo. Por estos lares, con lo que le sucedió a Al Azar, cualquier caricaturista boliviano pensará dos veces antes de ironizar con las lindezas de la bella Bolivia y su impecable formación social y cultura política, porque acaece que ya no se puede colocar determinados puntos sobre las íes, sin “ofender”.
Salvando las distancias, el atentado contra Charlie Hebdo responde a similar patrón de censura. Se escarmentó a los que escrutan lo “sagrado” y, en este caso, a los que osaron referirse a la que es (hoy) una de las caras más violentas, autocráticas y misóginas de la matriz abrahámica: las interpretaciones fundamentalistas del Islam.
Lo que se olvida es que estas vertientes no necesariamente responden a la “otredad”, sino que están enlazadas, en la misma raíz, con el cristianismo y el judaísmo. No obstante, en cuanto a fanatismo religioso, en la actualidad, algunos enfoques del Islam son los que suelen llegar más lejos. A la sazón, me parece inadmisible que a nombre de las “diferencias culturales”, se pretenda escudar prácticas que sistemáticamente cometen atrocidades, como lo hizo el cristianismo en la Edad Media. Siendo mujer, atea y dueña de mi destino, ¿cómo no ponerme en los zapatos de las mujeres lapidadas, mutiladas y que son “propiedad privada”?
Por otro lado, es evidente que los que están aplaudiendo en sus adentros estos terribles acontecimientos, son, justamente, los “señores de la guerra”, que nuevamente tienen buen pretexto para continuar y endurecer la geopolítica petrolera. Lo festeja Jean Marie Le Pen, que aseguró que no defenderá a una revista “anarco-trotskista totalmente disolvente de la moral política” y otros ultraderechistas “noroccidentales”, que rebuscan argumentos para potenciar medidas xenófobas. Además, rememoremos que, cuando les convino, fueron los “señores de la guerra” los que armaron y azuzaron a los fanáticos islamitas.
En consecuencia, no nos confundamos. Los xenófobos e intolerantes no son los caricaturistas de Charlie Hebdo. Son los gobiernos y militares que perpetúan una guerra que, como todas, responde a mezquinos intereses económicos. Son los racistas y conservadores de siempre que, igualmente, hubieran estado gustosos de acallar a Charlie Hebdo, por “burlarse” de sacrosantas instituciones y regímenes. Son las interpretaciones religiosas capaces de matar por un simbolismo abstracto y que insisten en que la vida se resume a un pasaje estrecho de maniqueísmos, sacrificios y privaciones.
En suma, a quien hay que temer y cuestionar es a los fanáticos de casa y de más lejos, de Occidente a Oriente, de Norte a Sur.
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