SIN FRONTERAS
¿Podemos reír de todo?
¿Podemos reír de todo?
Weimar Arandia.- On peut rire de tout? Era la pregunta de una caricatura de Charlie Hebdo ante una serie de críticas al tono irreverente de la revista que tiene a la religión entre los temas predilectos para la sátira. La respuesta en la misma página era un rotundo no sostenido por ilustraciones de autoridades religiosas de toda índole y creencia.
El fenómeno de Charlie Hebdo se comprende en medio de una sociedad laica como la francesa, cuyo laicismo se remonta a más de tres siglos, cuando los filósofos ilustrados decidieron aparcar la fe y sujetarse a la razón para organizar la vida del Estado y la sociedad. Desde entonces, en Francia, el ateísmo es una opción existencial entre otras. Desde una posición atea, Charlie Hebdo no ha dejado de realizar críticas (ácidas) con humor a las contradicciones y fundamentalismos de las religiones más populares en el mundo como el catolicismo, el islamismo y el judaísmo.
El fuerte tono del humor satírico de Charlie no siempre ha gustado a todos en Francia y peor a radicales fanáticos carentes de humor, incluso algunos han sugerido que, con el uso al límite de la libertad de expresión, los fallecidos se buscaron su trágico final. Sin embargo se debe comprender que la publicación se realiza en el país que ha sido la cuna del laicismo y de la libertad de expresión, como uno de los valores fundamentales de la República francesa, de ahí que toda la sociedad se haya unido en el homenaje a las víctimas.
Desde que los radicales islámicos amenazaron con desaparecer a todos aquellos que se mofen del profeta Mahoma, Charlie Hebdo respondió con mayor carga de humor satírico. Las amenazas a esta labor de provocación vinieron desde hace años y se concretaron tristemente el 7 de enero de 2015 con la masacre de la mayor parte de los caricaturistas-periodistas de Charlie Hebdo. Está claro que el fundamentalismo islámico no está para bromas. Al igual que el totalitarismo político, el religioso no tiene el mínimo sentido del humor para tolerar las risas incontrolables provocadas por los finos acróbatas de la lógica y el arte.
Los caricaturistas sobrevivientes de la revista, conscientes de su ataque despiadado con el crayón a las creencias religiosas, se sorprendieron cuando las campanas de Notre Damme, la histórica catedral católica de París, doblaron por los compañeros caídos. Fueron innumerables las portadas de Charlie Hebdo dedicadas al catolicismo y, en especial, a su máximo representante en la persona del Papa. Pese a todo, las campanas doblaron por ellos, muestra de que humor y humanidad van de la mano.
“Todo queda perdonado” señala la última portada de la revista francesa, mientras una ilustración de Mahoma lagrimeando sostiene el cartoncito de Yo soy Charlie Hebdo. Está claro que el humor no anida a la violencia sino a la inteligencia, al simple y maravilloso acto de reír con ganas.
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