Domingo, 18 de enero de 2015
 
El destino

El destino

Fray Jesús Pérez Rodríguez, O.F.M..- Han pasado las fiestas del ciclo de Navidad y hemos entrado en el tiempo ordinario -litúrgicamente hablando- antes del tiempo fuerte y sagrado de la cuaresma. En este tiempo encontramos una serie de domingos que con la Palabra nos seguirán ayudando en el plan que Dios tiene sobre cada uno Este plan divino es una propuesta, una invitación amorosa de Dios, no es una imposición del Señor. Escuchamos en el evangelio al evangelista Juan, aunque estamos en el ciclo B, es Marcos quien iluminará nuestro ser y quehacer de este año.
El mensaje de este segundo domingo del tiempo ordinario se podría resumir, Dios llama a la persona, a cada uno, por su nombre. Afirmación que solo se puede hacerse desde la fe. Cada cual debe responder por sí mismo, pues el llamado es personal e intransferible. Para poder responder hay que escuchar la voz de Dios. La escucha de la Palabra de Dios es la mejor participación en la eucaristía.
Dios propone y el hombre dispone guiado por su voluntad y fortalecido por la luz y fuerza que dé la fe. Desde los primeros capítulos de la Sagrada Biblia hasta el final de !a misma, encontramos diferentes llamados de Dios a distintas clases de personas y Dios les deja en plena libertad .Dios aunque quiere que sigamos su voluntad para que seamos felices, nos deja a cada uno escoger su camino en ¡a vida. Cuando afirmamos que la persona es un ser llamado, hay que rechazar lo que algunos dicen, que es un ser programado para ejecutar ciertas acciones. No son pocas las personas que hablan del DESTINO. La persona tiene un destino solamente en el sentido de que tiene una meta, un objetivo para vivir. Como cuando escribimos una carta, va dirigida a un destinatario, ahora bien, puede llegar o no, de acuerdo a las distintas personas que han de intervenir en tal fin. Dios propone, pero el destino de la persona no es una imposición
El evangelio de este domingo, Juan 35-42, nos presenta a Juan el Bautista, mostrando a Jesús a sus discípulos e invitándoles a seguirlo. El apóstol Andrés manifiesta a su hermano Pedro el gozo de haber conocido al Mesías. El anciano Eli, como leemos en la primera lectura de hoy, ayuda al joven Samuel a responder al llamado de Dios. Juan el Bautista no retiene para sí a sus discípulos; Andrés propone a Pedro seguir a Jesús; el anciano Eli ayuda a Samuel a oír la voz de Dios.
Dios sigue llamando también hoy día. A todos llama a una vida cristiana coherente; a unos a la vida matrimonial comprometida para que sea una comunidad familiar del amor de Cristo a su Iglesia; a algunos al ministerio sacerdotal para que haya pastores para pueblo de Dios; a otros a la vida consagrada, para que sean testimonio de los valores escatológicos del reino de Dios. A algunos puede parecer este tiempo fuertemente estéril en vocaciones. Pero no, Dios sigue llamando a muchos, lo que sucede es que hay muchos que no llegan a ser valientes para responder al Señor. Es difícil responder a Cristo, a su evangelio. Ser cristiano es un gran gozo, pero sumamente difícil.
Leyendo la Sagrada Biblia y viendo la historia del pueblo de Dios, tanto en el Antiguo como el nuevo Testamento, encontramos las dificultades para ser generosos al llamado de Dios. El joven Samuel fue muy positivo a la llamada de Dios, guiado por el anciano Eli. Le dijo al Señor: "Habla, Señor que tu siervo escucha", la Santísima Virgen dijo: "hágase en mí según tu palabra". El apóstol Pablo responde de inmediato: ¿"qué tengo que hace?". ¡Cuántas llamadas sin respuesta al Señor! Las dificultades personales como sociales para responder son muchas. Moisés se resiste ante el llamado de Dios y le dice: “no sé hablar”. El profeta Jeremías dice: “no puedo, soy niño”. Jesús empleó y sigue haciéndolo hoy día: “si quieres ser perfecto”. El señor deja siempre en libertad.
Dios no se cansa de llamar y para ello se sirve de otras personas para que puedan ser intermediarios de la vocación de otros, que ayudan a descubrir su propia vocación. No hay que esperar que haya milagros en la llamada de Dios o que sintamos las voces de los ángeles para poder responder a Dios. Los padres de familia, los educadores, formadores, buenos amigos, sacerdotes y tantas de buena voluntad comprometidas en el reino de Dios... como también acontecimientos: encuentros de oración, de reflexión, ejercicios espirituales, pueden influir a decidirnos a responder el llamado gratuito de Dios.
Hay que advertir que, sobre todo en estos tiempos, es sumamente difícil que las personas lleguen a oír la voz de la llamada de Dios porque no son pocos los que viven bajo la esclavitud del pecado, del desenfreno y el sexualismo alarmante, como Pablo lo expresa en la segunda lectura. El apóstol Pablo recuerda lo que el Espíritu santo ha realizado en nosotros por el sacramento del bautismo.