Gracias, Walter
Gracias, Walter
Gastón Solares Ávila.- Esta columna se dedica, como ya es sabido, a temas casi exclusivamente de Sucre y este es de Sucre y especialmente de Bolivia, que nos honra y nos alienta a todos los bolivianos. Desde 1994, cuando un 17 de junio en el estadio Soldiers Field de Chicago, en Estados Unidos, en partido inaugural iniciamos el campeonato mundial de fútbol frente al campeón de entonces: Alemania, no habíamos sentido la emoción resultante de una participación digna.
En esa oportunidad, perdimos por un gol pero las tribunas del monumental campo deportivo estaban llenas de hinchas bolivianos que portaban orgullosos la tricolor boliviana. El momento fue emocionante porque Bolivia brilló enfrentándose con el campeón del mundo, lo que sirvió para elevar nuestro espíritu a pesar del resultado adverso.
Hoy, después del acierto en lograr la incorporación de Bolivia como escenario del Dakar, resultamos parados en el podio lo que no podía creer ni el protagonista de esta hazaña. Como pocas veces, todos los bolivianos festejamos el triunfo de un compatriota que nos dio la alegría general matizada por un sano orgullo, el de ser bolivianos.
Un país como el nuestro, subdesarrollado, de desarrollo relativo o cualquier otro nombre que los economistas se inventan para no decirnos atrasados con relación a otros, tiene limitaciones también en el campo deportivo y en las diferentes disciplinas. A pesar de ello, cuando esas limitaciones se vencen con coraje, patriotismo, habilidad y experiencia, como en el caso del protagonista de esta nota, se obtienen resultados sorprendentes y nos ponemos al nivel de los grandes, como lo ha demostrado Walter Nosiglia.
No ha faltado quien diga que ganó porque otros abandonaron, lógico y eso ocurre siempre. Los competidores pierden por alguna razón que tiene que ver con accidentes, por ríos de avenida o por fallas en los vehículos, y otros ganan por mayor experiencia, porque no sufrieron circunstancias adversas o, finalmente, porque tuvieron más suerte. Algunos tuvieron más ayuda que otros y eso también ocurre siempre, pero no es justo tratar de encontrar razones para desvirtuar lo que fue un verdadero triunfo.
Estas competencias cuestan mucho dinero y las ayudas que Walter y los otros competidores pudieron haber recibido, fueron bien otorgadas. Todos estaban representando al país, unos lo hicieron bien y otros tuvieron problemas, pero se jugaron el pellejo en nombre de Bolivia y por ello merecen nuestro cariño y reconocimiento.
En el caso de nuestro coterráneo, faltan palabras para expresar nuestros sentimientos de gratitud. Le tocó la honra de subir al podio de los ganadores y sólo los que saben el sacrificio y el esfuerzo que ello implica, pueden evaluar en toda su magnitud los días de preparación de la máquina y del hombre en momentos previos a la competencia. Después, la adrenalina ayuda mucho y compensa la ansiedad de los días de espera para que empiece la competencia, que no dura solamente durante los días de carrera propiamente, sino muchos antes y muchos después.
Todos los que nos cobijamos en nuestra hermosa tricolor que representa a todos los bolivianos, estamos orgullosos de nuestra nacionalidad. Gracias a todos los participantes, pero especialmente gracias Walter, por tu coraje, capacidad y entrega, por tus cualidades religiosas y morales que prueban que no solamente tienes fortaleza física, sino sobre todo moral y espiritual, como lo demostraste en la anterior carrera ayudando a un ocasional competidor y agradeciendo a Dios en la que acabas de terminar.
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