El vivir bien y el buen vivir…
El vivir bien y el buen vivir…
Mario Linares Linares.- Desde el inicio del proceso de cambio en Bolivia, con el actual sistema político del Estado Plurinacional socialista y comunitario, se tiene como bandera la idea de VIVIR BIEN como paradigma civilizatorio de los pueblos sudamericanos, como eje articulador de la revolución democrática y cultural que tanto se pregonó, cuando menos en los primeros años del gobierno.
La idea del VIVIR BIEN, “paradigma” de los pueblos indígenas, en su más profundo y verdadero sentido, es la “utopía” de vivir en armonía con la naturaleza, en armonía con los otros seres vivos y, por supuesto, con los otros seres humanos, esa armonía del COSMOS que, naturalmente, se expresa y se pone de manifiesto como la cosmovisión de los pueblos, aun de los menos evolucionados. El VIVIR BIEN es respetar la naturaleza y la madre tierra, es respetar los seres que en ella habitan: plantas, animales y la propia madre tierra generadora de la vida. Una especie de “estado de naturaleza” del cual ya hablaron los pensadores occidentales de los siglos XVII y XVIII, la vida en la naturaleza y con la naturaleza.
Sin embargo, después de nueve años de implantación de esta bandera ideológica en los diversos ámbitos de la vida política ciudadana, ¿será que hemos avanzado en esta dirección?, ¿será que vamos bien?, como se publicita en otro eslogan. O por el contrario, se ha distorsionado la idea para confundirla con vivir mejor o lo que es más grave, vivir en estado de derroche y despilfarro, lo que de alguna manera está pasando en Bolivia; basta ver las fiestas populares, basta darse una vuelta por los barrios periurbanos los fines de semana para darnos cuenta del exceso de fiesta y bebida o escuchar la publicidad en radios populares, de grupos nacionales y extranjeros para amenizar fiestas por doquier y… los prestes u otras tantas maneras de derroche y despilfarro.
Pareciera que en Bolivia el VIVIR BIEN en su verdadero sentido es otro eslogan más, o cuando menos, una idea que sirve a pocos, quienes, por supuesto, viven bien (con ostentación y opulencia) porque viven de la política, viven del contrabando, viven de la producción excedentaria de coca, viven del comercio a gran escala, viven del comercio ilegal del dinero, viven de los actos de corrupción que a diario se conocen, mientras la mayoría, los bolivianos humildes y sencillos, siguen viviendo nomás en el abandono y la pobreza no sólo en el campo, también en las ciudades y, probablemente, por este hecho, cuidando lo poco que tienen para subsistir como su pequeño patrimonio, su limitado sueldo mensual, su miserable renta o la tierra que habitan y los seres vivos con quienes conviven, VIVIENDO DE SU TRABAJO sin hacer daño a nadie, viviendo con honradez y con honestidad, con respeto a los otros….. Esta forma de vida se llama el BUEN VIVIR, que no es lo mismo que el VIVIR BIEN del pregonado proceso de cambio.
La idea del BUEN VIVIR es una idea moral: del buen sentido de la vida y la convivencia, de la mesura y la previsión, de la honradez y la honestidad, de la responsabilidad sobre los propios actos que lamentablemente muchos ciudadanos no asumen como norma de conducción de su vida, debido a que ésta es una convicción moral y ética producto del medio social y cultural, DE LA BUENA EDUCACIÓN Y LOS VALORES QUE SE HAN PERDIDO HACE MUCHOS AÑOS EN NUESTRO PAÍS. A esta altura y por lo que ha venido sucediendo en Bolivia, pareciera que el paradigma civilizatorio del VIVIR BIEN ha devenido en una falacia para que, nuevamente, algunos vivan bien, mientras, una mayoría, siguen en la práctica del BUEN VIVIR y, por supuesto, habrá como es inevitable en toda sociedad, un sector de malvivientes.
Lo que necesitamos los bolivianos es una revolución moral y del comportamiento en todos los órdenes de la vida ciudadana, para el BUEN VIVIR.
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