Sábado, 24 de enero de 2015
 

SIN FRONTERAS

Los años Evo

Los años Evo

Weimar Arandia.- Cuando el presidente Evo Morales concluya su tercer mandato que inició este 22 de enero será la persona que mayor tiempo gobernó en la historia de Bolivia, con un total de 14 años, superando así los 12 años y cuatro meses del histórico presidente Víctor Paz Estenssoro.
Sin duda que los años de gobierno del presidente Morales pasarán a la historia como una época dinámica e intensa de transformaciones en diversos niveles del Estado y la sociedad boliviana. Uno de los procesos notorios se dio con el ascenso al poder del dirigente Evo Morales en 2006, con la manera de hacer política que incorpora la participación de organizaciones sociales que sustituyeron a la estructura añeja y corroída de los partidos políticos en el marco del modelo occidental democrático.
La irrupción de la política orgánica del MAS trajo como consecuencia directa, además de una representación diversa de la sociedad, el acercamiento entre el Estado y la sociedad civil, relación que se ha constituido en uno de los pilares de la gestión pública a nivel nacional y pienso en una de las claves del éxito electoral de este gobierno junto a la nacionalización de los hidrocarburos en una coyuntura favorable para financiar las obras. Es así que los resultados están a la vista en ciudades así como en remotas regiones de nuestro país.
Sin embargo, pese a este efecto positivo que tuvo la política orgánica del MAS se acompaña otro que a mediano y largo plazo puede ser nefasto para el Estado: la constitución de un funcionariado público a partir de la influencia de las organizaciones sociales.
Si bien las fuerzas sociales tienen toda la legitimidad para elegir representantes en el Estado, su rol de definir y designar a quiénes conformarán equipos profesionales y técnicos de la instancia pública es cuestionable. Como buen ejemplo tenemos la selección de las actuales autoridades judiciales. En esta nueva y, probablemente, última gestión, el presidente Morales tiene un serio desafío que es la cualificación del aparato público que apunte directamente a dos patógenos del Estado: la improvisación y la corrupción.
El presidente Morales, además de ser el hombre con mayor popularidad en el país, es también el boliviano más internacional. Él sabe muy bien desde la experiencia en diversas regiones del mundo la importancia de una tecnocracia estatal competente y capaz de gestionar con eficacia los asuntos de Estado. Si logra avances en este aspecto en su tercer mandato, sin duda que su legado será histórico para el país, puesto que dejará las bases para una institucionalidad que garantizará el futuro de las y los bolivianos. De lo contrario, si se continúa en la línea de la prebenda y el trueque orgánico es muy probable que se desemboque en una crisis cuando la ciudadanía observe que, además de improvisados, la nueva tecnocracia plurinacional es la que concentra la riqueza del país a costa de impuestos nacionales y el trabajo conjunto de la población.
Esperemos que Bolivia alcance la grandeza y el respeto como país a partir de la seriedad de su Estado y la visión de sus gobernantes.