Domingo, 25 de enero de 2015
 
Bicentenario y Capitalidad

Bicentenario y Capitalidad

Juan José Bonifaz B..- Sucre es la Capital Constitucional de Bolivia, y pese al nuevo estado de autonomías proclamado en la CPE, por falta de reconocimiento e interés, ese carácter no se aplica de manera alguna; se mantiene un país decapitado y centralista cuyas características son más de lo mismo.
En España, cuyo ejemplo seguimos, los estatutos de autonomía son leyes orgánicas aprobadas por las Cortes Generales y no constituciones redactadas y aprobadas por las regiones, como es propio de un sistema federal; y la Ley de la Capitalidad y del Régimen especial de Madrid define los alcances de la capital del Estado autonómico. De las autonomías a la instauración del federalismo, no habría mayores dificultades que vencer, porque como ya está vertebrada como federación de territorios autónomos unidos en una misma nación, el cambio de sistema sólo sería para complementar y perfeccionar las debilidades actuales.
Según María Eugenia Rodríguez Palop, titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid, “para que España fuese un Estado federal auténtico tendría que disfrutar de un Senado que cumpliera el papel de una verdadera cámara territorial elegida por parlamentos autonómicos”; además de la necesaria reforma constitucional, sería ineludible el pacto fiscal o, cuando menos, una modificación sustancial del régimen de financiación de las actuales comunidades autónomas, y tendría que cambiar el modo en que está articulada la Administración de Justicia.
La instauración del sistema federal difiere poco del modelo autonómico español con el que se vertebra en la actualidad; pero en cualquier caso, la implantación del federalismo podría suponer una oportunidad para aclarar el “desorden competencial” que recoge la Constitución para luchar mejor contra la crisis, aumentar la transparencia y contribuir a clarificar las responsabilidades de los niveles de gobierno.
Después de largos años de experiencia autonómica, España tiene grandes y graves problemas. En Bolivia si bien ya existe un marco constitucional para la implementación de un régimen plurinacional y autonómico, el Estado es débil y no ha avanzado nada. Entonces, puede ser un buen momento para estudiar la transformación del país a un Estado Federal moderno. Esos estudios podrían considerar: un reordenamiento geográfico del país, un nuevo régimen de competencias y pacto fiscal, la nueva estructura del Órgano Judicial, la Ley de la Capitalidad y otros aspectos que en la actualidad se mantienen en una nebulosa.
La Capital en lo territorial es la ciudad más importante de un país; una urbe con una zona de expansión metropolitana y condiciones de modernidad. En lo político-institucional, debe contar con una nueva estructura orgánica de gobierno y otra forma de elección o designación de sus autoridades, y en general, todos estos aspectos deberán definirse en una Ley Especial, en concertación con el Gobierno Central.
El Bicentenario de la República no sólo debe significar una fecha cívica y festiva, porque no hay mucho de que regocijarse; antes bien, debe ser una fecha tope para terminar con la farándula, definir qué somos como país y hacia dónde vamos en un proceso de desarrollo claro y sostenido. Hasta ahora, la clase política –con pocas excepciones– ha mostrado mucha improvisación, irresponsabilidad y espectáculo circense. ¿Dos siglos no son suficientes para mostrar un grado de seriedad y liderazgo continental?...
Este tiempo de inversión de valores ignora los avances de la ciencia, la tecnología y atenta contra la racionalidad y la civilización. Chuquisaca y sus instituciones han sido el faro de luz de conquista de las libertades individuales en el Continente; ahora tienen la obligación moral de reafirmar su voluntad de trabajo y lucha para la construcción de un país educado, fuerte y laborioso, y emprender su marcha haciendo flamear sus símbolos de libertad, redención y justicia.