COLUMNA VERTEBRAL
El decreto que “disparó” las autonomías
El decreto que “disparó” las autonomías
Carlos D. Mesa Gisbert.- El 20 de abril de 2004, iniciamos de modo concreto el camino hacia las autonomías. Lo hicimos dictando dos decretos, uno de fortalecimiento de las atribuciones de los Consejos Departamentales y otro de descentralización de gestión de las prefecturas, que incluía la salud y la educación. Propusimos además modificar los artículos 109 y 110 de la Constitución para incorporar la elección de los prefectos por voto popular.
Esas medidas y mi propuesta cayeron entonces en saco roto. En Santa Cruz, el Departamento abanderado de la lucha autonómica, no respaldaron esos decretos que fueron rechazados por los sindicatos nacionales (sobre todo el de la salud y educación). El Congreso no se hizo eco de mi pedido de modificación constitucional y bloqueó sistemáticamente mi solicitud formal de convocatoria a la Asamblea Constituyente y a un Referendo sobre Autonomías.
Desde nuestras iniciativas de abril de 2004 hasta la crisis de enero de 2005 entre nuestro gobierno y las élites que controlaban Santa Cruz, se atizó el fuego de la manipulación y la distorsión de la verdad para hacerle creer al pueblo cruceño que éramos enemigos de la región y de la autonomía. El catalizador de esa campaña fue nuestra elevación del precio de los hidrocarburos en un promedio de entre 10% y 12%, imprescindible por la grave situación económica (heredamos un déficit del 8% del PIB). La medida fue usada por el Comité Cívico y parte de la cúpula empresarial cruceña, partidos políticos de la derecha y varias empresas petroleras, como el detonante de la “lucha contra el dieselazo”. De esa consigna se pasó a la “lucha por la autonomía” que dio lugar al famoso “Cabildo del Millón”, cuando en el país prácticamente habían cesado las protestas por el aumento de los carburantes.
En ese contexto, decidimos actuar para probar que lo propuesto y hecho en abril del año anterior era real. Por esa razón promulgamos el Decreto Supremo 27988 de 28 de enero de 2005, de convocatoria a Elección de Prefectos por Voto Popular. Funcionó. Ese decreto, ratificado por otro de abril de ese mismo año y remachado por nuestra convocatoria a Elección de Constituyentes y Referendo sobre Autonomías (DS 28195 de 2 de junio de 2005), fue el pistoletazo de salida para concretar ese paso histórico.
Sin duda el citado decreto fue, de todas nuestras medidas a favor de las autonomías, la más relevante, porque a partir de esa decisión se hizo realidad la elección directa de prefectos junto a la elección nacional del 18 de diciembre de 2005. A partir de ese hecho no había poder humano que pudiese evitar que la nueva Constitución reconociera a Bolivia como un Estado con Autonomías. Ni siquiera el esfuerzo del Gobierno por el NO en el primer Referendo Autonómico de 2006 pudo frenar el vendaval.
La presidencia de Morales marcó la culminación de un tránsito histórico imprescindible para cumplir las tareas del reconocimiento de la igualdad plena para los indígenas. Del mismo modo, un río histórico cada vez más ancho llegó con el rumor imponente de los caudales de los ríos amazónicos para conquistar las autonomías.
Nuestra contribución permitió abrir las compuertas de esas aguas que nacieron en los llanos en la cultura Velarde, Macisito, El Palmar, Chané y Chiriguana, que se encontraron en los complejos vínculos entre incas y guaraníes, que articularon Manso y Chávez en el Río Grande, que reflejaron su dificultad en el choque entre la Gobernación de Santa Cruz y La Plata, que canalizaron los propulsores de las autonomías como Mendoza de la Tapia, los igualitarios de Ibañez, la Sociedad Geográfica de Santa Cruz y los cívicos que reivindicaron las regalías…
Fuimos conscientes de que el cambio histórico era imparable y que para impulsarlo era imprescindible reformar la Constitución, incluir la Asamblea Constituyente y el Referendo, cosa que hicimos. Terminamos con el monopolio de los partidos y abrimos el espacio para el nacimiento de agrupaciones ciudadanas, el germen de las asociaciones políticas locales y regionales imprescindibles en una nación de autonomías.
No se debe leer esta rememoración como un intento de reivindicar autoría, por el contrario, si algún mérito tuvimos fue entender lo que el país quería y necesitaba y tener la convicción de llevar adelante las acciones para que esos objetivos colectivos fueran conseguidos.
Autonomías para Bolivia era la demanda legítima a un Estado que se reconocía plurinacional. Por eso nuestros decretos de abril de 2004, el crucial decreto de 28 de enero de 2005 y el de 2 de junio de 2005.
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