Miércoles, 4 de febrero de 2015
 

DESDE LA TRINCHERA

La revolución de las “escobitas nuevas”

La revolución de las “escobitas nuevas”

Demetrio Reynolds.- Cuando se logra un cargo largamente acariciado, la embriaguez del triunfo suele hacer perder hasta el buen sentido; incluso el sentido común que –como dijo alguien– no es el más común de los sentidos. Tal sucede con la gente que lanza sus redes al río revuelto, y el primer día empieza a hablar sin tasa ni medida. Sabe que no dudarán de su palabra, y entonces promete hacer todo, hasta la pólvora corre el peligro de ser reinventada. En tiempos de la revolución puede suceder cualquier cosa.
Valga lo que valga la reflexión precedente, el hecho es que a la flamante Ministra de Comunicación se le ocurrió reivindicar la pretérita imagen de Torquemada, el inquisidor mayor. Nadie sospechó que eso fuese posible, pero había estado a la vuelta de la esquina. Retrotraer el medioevo al escenario del siglo XXI es sin duda una proeza. Muy fresca y muy brava, declaró que para apoyar al Estado Plurinacional, hará “revisar cómo nos comunicamos con nuestra gente a través de las redes sociales, desde la interpersonal hasta por los medios masivos”.
¡Qué torpes son esas gentes que no supieron entender las palabras ni las intenciones de la ministra! No es que pretende infringir los preceptos constitucionales relativos a la libertad de comunicación; ella actúa en otra perspectiva, fuera de la Constitución chuta de La Glorieta. Es revolucionaria. “Para la revolución, todo; para mis enemigos, la ley”, podría decir tranquilamente. Tampoco abrió ella la primera huella; encontró ya el campo trajinado por otros y por otras. Es obvio que quien no piensa, nada sabe de libertades. En el Estado Plurinacional está prohibido pensar.
La otra “escobita” del ministerio de Gobierno no es menos original. La locuacidad parece ser su elemento, y desearía destacar su presencia en el escenario donde actúa. Está imbuido de gran optimismo el hombre. De entrada ha recogido el primer guante de desafío: el narcotráfico. Como se recordará, en 2011 un jefe policial antidrogas se convirtió en “narco” general que operaba en las narices del ministro, antes de ser descubierto por la DEA. Justamente será el narcotráfico uno de los temas a tratarse con EEUU, y promete el nuevo titular no ser “ingenuo” para no ignorar a quienes le rodean, ni haya quien pise el palito otra vez.
En la ceremonia de presentación, el nuevo ministro fue acogido con visible beneplácito por la Institución del Orden. “Para golpear más fuerte al narcotráfico”, seguidme coraceros…, habría manifestado a los policías. Y para comprometerlo más seriamente, el Comandante General de la Policía le entregó una distinción al ministro. Van cambiando las reglas: antes se entregaban en reconocimiento a una buena labor realizada; ahora es suficiente que la nueva autoridad hable y prometa.
A su vez, el Ministro manifestó que pronto se pondrá en marcha “la revolución judicial y la reforma policial”. Y aunque parezca incongruente, también dijo que “necesitamos materializar la democracia participativa, directa y comunitaria”. ¿Los policías harán que ese tipo de democracia exista, o ellos también serán parte –como sujetos deliberantes – de las organizaciones comunitarias? Todo puede ser. Es tiempo de las revoluciones con o sin escobitas nuevas. Se nos viene un quinquenio fascinante. Habrá que estar atento a los sucesos.