EDITORIAL
Tareas pendientes en la lucha contra el cáncer
Tareas pendientes en la lucha contra el cáncer
La atención en salud, desde infraestructura hasta la institucionalización del personal, es una gran deuda que el Estado mantiene con la población
El pasado miércoles, 4 de febrero, en nuestro país como en todo el orbe, se ha recordado el Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer. Se trata de una jornada especialmente dedicada a incentivar la detección temprana de la enfermedad.
La importancia de este tipo de campañas es particularmente grande en este caso, pues está ya ampliamente demostrado que una detección temprana del cáncer, sobre todo en los casos que afectan a las mujeres, es un paso fundamental para disminuir la mortalidad y multiplicar las oportunidades de recuperación de las víctimas.
La jornada, sin embargo, no ha sido suficientemente aprovechada para llamar la atención sobre otro tipo de cáncer que está haciendo estragos en nuestro país. Nos referimos al cáncer de piel, problema especialmente grave pues los más reciente estudios han demostrado que los Andes bolivianos son el punto de la superficie de la Tierra con los niveles más altos de este tipo de radiación. Esa radiación es la principal causa de cáncer de la piel, lo que significa que la población boliviana es también la más expuesta del planeta a esa enfermedad.
Por ahora, la única institución que da al problema la importancia que se merece es el Laboratorio de Física de la Atmósfera de la Universidad Mayor de San Andrés. Gracias a ello, se ha puesto en marcha la Campaña de la Radiación Ultravioleta en Bolivia, bajo el auspicio de la OPS/OMS. Un gran paso adelante, pero del todo insuficiente si se lo compara con la magnitud del desafío, por lo que es de esperar que el tema se incorpore a la agenda de prioridades.
Si a ese análisis se suma una reflexión sobre el estado del Instituto de Cancerología “Cupertino Arteaga”, sólo en lo que respecta a infraestructura, es claro que los esfuerzos en el país y, sobre todo, en Chuquisaca, se sostienen más con buena voluntad que con decisiones políticas y recursos de las instituciones públicas.
Durante los últimos años, los distintos niveles de gobierno han invertido en la compra de equipos de salud, pero es claro que los fondos destinados a ese propósito aún son insuficientes, y si a ello se suman las observaciones que cada tanto asoman a la calidad de los recursos humanos contratados y al trato que se les brinda, corresponde admitir que el tema de salud, desde infraestructura hasta la institucionalización del personal, es una gran deuda que el Estado mantiene con la población.
No basta con hacer propaganda de inversiones en salud –a la que las autoridades tienen derecho, el mismo que tienen los ciudadanos de observarla–, sino que las reformas se completen y se planifiquen de modo que sean sostenibles en el tiempo. Es el único modo de hacernos fuertes ante dolencias tan mortales como el cáncer; ojalá, que quienes tienen en sus manos las decisiones se den cuenta de ello.
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