Domingo, 8 de febrero de 2015
 

EDITORIAL

Por un carnaval diferente

Por un carnaval diferente



A lo largo de los últimos años, a excepción de escasos intentos para controlar esa situación y para recuperar la identidad del carnaval sucrense, lo único que se ha hecho es dictar normas que en la práctica casi nunca se han cumplido.

Ya resulta tedioso el tener que referirse, cada año, al desorden que provocan en las calles de la ciudad los festejos y juegos precarnavaleros, tanto por la excesiva anticipación con que comienzan, como por el desorden callejero que estos provocan todos los fines de semana.
Y es que desde las primeras semanas de cada año, sin que exista autoridad capaz de poner las cosas en su sitio, se repiten las mismas escenas para la población, que tiene que soportar la agresión del juego con globos de agua y, por supuesto, y el triste espectáculo público que ofrecen las comparsas precarnavaleras con adultos y jóvenes de corta edad perturbados por los efectos del alcohol.
Esta debe ser la única ciudad en la que se tolera el juego carnavalero –con las expresiones por todos conocidas– apenas concluidas las celebraciones de fin de año; es decir, durante dos y hasta tres meses.
El perjuicio para la ciudadanía es enorme. Los ciudadanos que buscan en el sábado o domingo un día de paseo o descanso, tienen que evitar salir a las calles y, si lo hacen, deben arriesgarse a ser agredidos por el indiscriminado, y a veces torpe, juego con globos de agua. Las comparsas precarnavaleras interrumpen, a su gusto y antojo, el tráfico vehicular, precisamente donde más tránsito de motorizados existe: en el centro histórico de la ciudad. Y lo que es peor, la fama que estos hechos le han dado a nuestro carnaval hace que propios y extraños resuelvan marcharse a pasar esas fiestas en otra ciudad, lo que constituye un verdadero atentado a las aspiraciones turísticas de Sucre.
Mientras ciudades como Oruro, Santa Cruz, Cochabamba o Tarija (sin olvidar el atractivo que ofrecen otros carnavales provinciales) preparan el Carnaval con particularidades que de por sí las hacen atractivas al gusto del público, las características del Carnaval de Sucre (como podemos apreciar cada fin de semana) son lamentables.
A lo largo de los últimos años, a excepción de escasos intentos para controlar esa situación y para recuperar la identidad del carnaval sucrense, lo único que se ha hecho es dictar normas que en la práctica casi nunca se han cumplido.
Y no se debe perder de vista que si las disposiciones legales no son emitidas para hacerlas respetar, entonces lo único que se está haciendo es alimentar un consuetudinario desacatamiento de la norma.
Es importante recalcar que además de planificar, normar y conducir el desarrollo de las fiestas de Carnaval, el Municipio está llamado a dotarles de un sentido cultural y de identidad que, al margen de traducirse en una oportunidad para revitalizar la memoria histórica sucrense, pueda hacer que estas celebraciones se constituyan en un auténtico producto turístico, digno no solamente de ser vivido por las habitantes de la Capital, sino igualmente por sus visitantes.
No es baldío el menor de los esfuerzos que se realicen para asegurar que Sucre revierta la pobre imagen de su Carnaval.