Martes, 10 de febrero de 2015
 

EDITORIAL

. A Oruro en su efeméride

. A Oruro en su efeméride



Hoy, como hace 234 años, Oruro no ceja en su afán de diversificar su economía a fin de jugar un papel más activo en el desarrollo nacional

Oruro celebra hoy, 10 de febrero, su efeméride departamental. Conmemora el 234 aniversario de la rebelión popular liderada en 1781 por Sebastián Pagador, gesta que pasó a la historia como una de las más importantes precursoras del proceso que años después se plasmaría en la expulsión de suelos americanos del dominio de la corona española.
No sólo por la fecha temprana en que se produjo, sino por lo hondas que eran sus raíces en los sectores más activos de la actividad económica de aquellos tiempos, y por el efecto multiplicador que por eso mismo tuvo, la rebelión orureña puede ser considerada con toda justicia como una de las que más sólidas bases del proceso que años después derivaría en la independencia y la creación de la República. La rebelión de Oruro tuvo la virtud de nutrirse de los sectores más progresistas e industriosos de los criollos, mestizos e indígenas de su tiempo. Todos ellos, directamente afectados por las abusivas exacciones tributarias que les eran impuestas, estuvieron entre los primeros en comprender que sus intereses comunes eran mayores que sus eventuales divergencias y resolvieron por eso unir sus fuerzas contra intereses comunes, muy diferentes a los que se imponían desde la capital imperial.
A diferencia de rebeliones posteriores y de otras latitudes, más inspiradas en elucubraciones doctrinarias, las razones que impulsaron al pueblo orureño a la acción fueron más bien estrictamente económicas. Fue la consciencia de que pese a ser suya una tierra dotada de ingentes riquezas eran otros sus beneficiarios, mientras que a sus habitantes apenas llegaba una porción tan pequeña que no se podía aceptar con resignación.
Ahora, y a pesar de los muchos y profundos cambios que se han producido en el transcurso de estos 234 años, muchos de los motivos de la frustración que encendieron los ánimos de los orureños de aquel entonces se mantienen vigentes. Y algo de razón tiene Oruro al hacer una comparación entre sus aportes y los beneficios que recibió a lo largo de la historia.
Es por eso oportuno recordar lo mucho que ha dado este departamento al país a través de la producción y exportación de minerales, el comercio, la tradición, el folclore y la cultura. Desde principios del siglo, Oruro fue centro irradiador de los más modernos avances tecnológicos (pavimento, luz, teléfono) y a la largo de la historia del país fueron sus ciudadanos actores decisivos del devenir nacional.
Todas estas razones constituyen motivos para desear, desde distintos rincones del país, que ese departamento logre sus objetivos, conquiste un papel cada vez más activo en el proceso de desarrollo nacional y lo haga sin esperar que la benevolencia ajena y mucho menos de los poderes centrales, le den o reconozcan lo que le corresponde.