Viernes, 13 de febrero de 2015
 

EDITORIAL

Errónea defensa de la identidad cultural

Errónea defensa de la identidad cultural



Esperemos que en estos Carnavales, Oruro dé una muestra de seguridad en su propia valía y no alimente, como en años anteriores, inútiles disputas

Un par de noticias ha adquirido inusitado vigor en estos días previos a las jornadas carnavaleras. Se trata del diferendo desencadenado con motivo de la iniciativa de las autoridades ediles de Puno (Perú), que se propusieron tramitar ante la Unesco el título de “patrimonio inmaterial de la humanidad” para la Festividad de la Virgen de la Candelaria, asunto que en algún momento puso en riesgo los esfuerzos que Bolivia y Perú están haciendo en los escenarios diplomáticos para limar sus históricas asperezas.
Como se recordará, fue tal la furia con que algunas organizaciones de nuestro país, pero principalmente de Oruro, salieron al paso de tal iniciativa, que el asunto estuvo a punto de derivar en una crisis diplomática y llegó a ser motivo de escandalosas disputas en los pasillos y salones de la Unesco en París. Y cuando ya todo parecía indicar que el pleito había sido solucionado mediante una “salomónica” resolución, durante las últimas horas ha recrudecido con inusitado vigor.
En Perú, un nuevo paso en la escalada del conflicto cultural ha sido dado a través de una resolución de la Federación Regional de Folklore y Cultura de Puno que ha prohibido a las de músicos de Bolivia utilizar alegorías y símbolos representativos del país. Se trata de una especie de represalia por una resolución de su contraparte boliviana que había impuesto como condición para que cualquier banda boliviana participe en las actividades folclóricas al otro lado de la frontera, que lleve claramente visible algún símbolo que deje constancia de su identidad boliviana.
Simultáneamente, y por similares motivos, la Federación Regional de Bandas de Músicos de Puno ha anunciado su decisión de prohibir la participación de las bandas bolivianas en la Festividad de la Virgen de la Candelaria a partir del próximo año 2016.
Desde Bolivia, la artillería de las organizaciones folclóricas no se ha quedado atrás. Se ha denunciado que la banda Intercontinental Poopó de Oruro, una de las más prestigiosas y cotizadas de nuestro país participó de la fiesta de la Candelaria con una agrupación de danzarines de la morenada, por lo que la Federación Departamental de Músicos Profesionales de Oruro ha decidido imponer drásticas sanciones.
En circunstancias normales, extremos como los que comentamos no recibirían más atención que la que corresponde a los hechos anecdóticos. Sin embargo, dados los antecedentes del tema y la facilidad con que las manifestaciones de chauvinismo y xenofobia tienden a expandirse a ambos lados de la frontera, el asunto merece cierta reflexión pues ya se sabe que es muy grande el potencial conflictivo de disputas basadas en imaginarias supremacías culturales. Más aún cuando alrededor de ellas se mueven muy poderosos intereses económicos que son, en última instancia, los que se defienden en nombre de la “identidad cultural” o la “dignidad nacional”, causas que, a pesar de lo disparatadas que son, pueden conducir a que pueblos enteros, como en este caso el orureño, pierdan el sentido de las proporciones y de la realidad.
Como es bien sabido, la baja autoestima colectiva es lo que más contribuye a la exacerbación de este tipo de conflictos. Esperemos, pues, que en estos Carnavales, Oruro dé una muestra de seguridad en su propia valía y no alimente, como en años anteriores, inútiles disputas.