¿Autonomías: papa caliente?
¿Autonomías: papa caliente?
Juan José Bonifaz B..- Es necesario que el país haga conciencia sobre el proceso autonómico boliviano; andamos mintiéndonos sobre un tema demasiado importante y fruto de un Referendo. La Comisión y comisiones que se constituyen con motivo de analizar agendas o elaborar propuestas de Pacto Fiscal, deben primero, elaborar rigurosos análisis sobre el proceso autonómico antes de ir más allá. En rigor de verdad debemos preguntarnos: ¿Hay realmente una voluntad política del gobierno para llevar adelante las autonomías?... ¿Conocemos los problemas y las consecuencias de la experiencia española de 30 años? (La multiplicada burocracia improductiva, la tendencia a su expansión, y, la pérdida de la unidad nacional: nacionalidades, lenguas y banderas, le quitan el sueño)…
Es demasiado esfuerzo para un gobierno centralista, mantener una postura que no tiene nada que ver con su vocación política y su forma de gobernar. El gobierno, las autoridades y el pueblo, deben dejar de mentirse y analizar con honestidad y franqueza las reales posibilidades del proceso autonómico y lo que ello representa para Bolivia, constituida en estado plurinacional, un error que España soporta, y no encuentra la forma de resolver.
Bolivia se ha caracterizado históricamente por el rentismo, es decir la explotación de recursos naturales y la dependencia de los recursos provenientes de las materias primas no solo por parte del Estado, sino también de los sectores privados. Esto trajo consigo rasgos distintivos, ya que las fases de depresión y auge de los precios fue el principal determinante del ciclo económico. Ahora, mientras los gobiernos sub-nacionales están más preocupados por la distribución de recursos, el gobierno central está por cómo crear más impuestos para atender el gasto expansivo emergente del proceso autonómico.
Más allá de la teoría, que sostiene que en un proceso de autonomías como el que pretende Bolivia, donde se transfieren mayores competencias, responsabilidades y financiamientos hacia los gobiernos sub-nacionales, el gobierno central debería achicarse y concentrarse en aquellos factores de orden institucional y de coordinación intergubernamental; en cambio se observa un crecimiento mayor en el nivel central que en los niveles de gobierno sub-nacionales, resultando incoherente con los objetivos de la descentralización.
A estas incongruencias, se suma la experiencia del proceso autonómico español y sus problemas: “Los Presupuestos y la Deuda de las Autonomías son ya muy superiores en términos reales a los que tenía el Estado en su conjunto antes de la Constitución de 1978. Pensemos en lo que suponen cientos de consejeros que se consideran como ministros, miles de directores generales, cientos de miles de funcionarios… Sus funciones se duplican y entremezclan con las del Estado y los Ayuntamientos (Municipios), y eso no sólo cuesta mucho dinero, sino que complica la vida y el ejercicio de actividades de ciudadanos y empresas”. Sigue: “¿Se han preguntado porqué tenemos más paro que Grecia o por qué España tiene el mayor índice de pobreza de toda la Unión Europea? ¿Se han preguntado por qué somos el cuarto país de Europa con más impuestos si nuestro estado del bienestar y los servicios de los que disponemos son bastante más reducidos, sin embargo la Administración sigue teniendo un enorme déficit?”… “Ahora creen que la solución del problema autonómico sería la reforma de la Constitución para convertir España en un Estado Federal. Pero los que han estudiado con rigor el tema dicen que el Estado de las Autonomías ya es, de hecho, un Estado federal, y por ello los nacionalistas no lo reivindican; lo que ocurre es que, en su momento, asustó la palabra y no se quiso llamarle así. Pero lo que importa son los hechos, no las palabras, y los hechos nos dicen que España ya es prácticamente un Estado federal”…
La causa son las autonomías, por eso, es un buen momento para una reflexión seria y responsable. El país no ha avanzado nada con el proceso autonómico y, por el contrario es más centralista que antes. La informalidad con que se maneja el Estado, constituye un ambiente propicio para la inseguridad, la informalidad y la corrupción.
Creemos que es tiempo de cumplir el mandato del Fundador de la República en vísperas del Bicentenario. “No destruir la obra de mi creación”… ¿Volver atrás y restablecer la República Unitaria Descentralizada; o pasar a un Estado Federal regionalizado, que responda a las necesidades reales del país? Es la cuestión.
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