¿Pacto fiscal?
¿Pacto fiscal?
Juan José Bonifaz B..- Las burocracias subnacionales se han alborotado como consecuencia del “Pacto Fiscal”, es decir, la repartija de plata en época preelectoral; aunque no tienen claro de dónde y para qué, cuando lo que hacen son proyectos sin visión de desarrollo.
Para ser preciso en el tema, recurro al análisis de Fundación Milenio,* fuente de información seria y esclarecedora. “El pacto fiscal es un acuerdo sociopolítico, cuyos protagonistas fundamentales deben ser los actores políticos y sociales. El pacto fiscal es un mandato concertado que determina lo que deben hacer las burocracias, sus obligaciones y responsabilidades, las prioridades que deben atender y la forma en que deben rendir cuentas. El tema clave del pacto fiscal es, naturalmente, el tributario, pero éste emerge de la definición de lo que se quiere hacer”… “Por lo tanto, no puede llamarse pacto fiscal a un acuerdo entre burócratas, así sean del centro y las regiones, o de los partidos del oficialismo y la oposición, que se refiera exclusivamente a la distribución de las rentas. No es ‘fiscal’ porque no se refiere a los impuestos, y es ‘rentista’ porque se refiere a las rentas del gas, que en nuestro caso denominamos regalías e Impuesto Directo a los Hidrocarburos. La perspectiva es la del reparto de lo que hay…. Y que está disminuyendo”.
“Pero lo más penoso es que se trata de un pacto que excluye a los verdaderos dueños del objeto sobre el cual se pacta: los ciudadanos. En los hechos, las burocracias se están poniendo de acuerdo en cómo repartirse y gastar lo que pertenece al conjunto y a cada uno de los bolivianos”.
“Como hemos dicho antes, un verdadero pacto fiscal debería estar orientado a redefinir el lugar del Estado y su papel en la economía, pero a partir del reconocimiento de que los ciudadanos no solamente son los verdaderos dueños de las riquezas naturales, sino que son también los únicos capaces de convertirlas en riqueza sostenible, porque su trabajo y su creatividad son los únicos que pueden dar valor a esas riquezas”.
“El desafío que tienen los políticos hoy es trascender el lugar de intermediario comedido que tiene el Estado. En estos momentos, el Estado controla las rentas y decide por su cuenta cómo gastarlas. Superar este hecho requeriría entregar a cada ciudadano la parte de las rentas que le corresponda y luego, sólo entonces, plantear el pacto fiscal, pidiendo a los ciudadanos que definan cuál es el rol que quieren que juegue el Estado, y pedirles que paguen los impuestos que corresponden a ese rol. Si quieren darle todo el dinero al Estado porque quieren que el Estado se encargue de todo, pues que así sea. Pero sólo después de tener el control directo y personal de ese dinero”.
“Como nos lo enseña nuestra propia historia y la experiencia de muchos países en el mundo, sólo un Estado que dependa de los impuestos puede ser verdaderamente democrático y eficiente, porque sólo en ese caso respetará a los ciudadanos, les rendirá cuentas y estará preocupado seriamente de la suerte económica de la gente. Sólo entonces la burocracia comprenderá que no puede haber un Estado rico donde hay ciudadanos pobres. Hasta hoy el disfrute de las rentas permite a las burocracias ignorar ese principio, y disfrazarlo haciendo pactos sobre lo que en realidad pertenece a los ciudadanos”… (¿?)
Qué difícil es para la clase política, ser objetiva y decir la verdad al pueblo. Más difícil es hacer conciencia sobre la importancia de ciertos procesos que significan la vida y el futuro del país. Es demasiado esfuerzo para un gobierno centralista, mantener una postura que no tiene nada que ver con su vocación política y su forma de gobernar. El Gobierno, las autoridades y el pueblo deben dejar de mentirse y analizar, con objetividad y franqueza, las reales posibilidades del proceso autonómico en un Estado Plurinacional.
|