Lunes, 23 de febrero de 2015
 
Carnaval: ¿belleza o disturbio?

Carnaval: ¿belleza o disturbio?

Chellis Glendinning.- Encienda la tele para ver noticias internacionales, apague el sonido y conseguirá una miradita extraordinaria de la condición humana. Hay sufrimiento, desesperación, pánico, ira. Hay disturbios, matanzas, decapitaciones, estallidos…
…y Carnaval en Sucre. Seamos realistas. Las hostilidades con machetes, palos y armas blancas en la plaza 25 de Mayo eran tanto un acto incalificable como un emblema del deterioro del Carnaval en general. Escuche las memorias de los ancianos: oirá de flores y rocíos de agua perfumada, danzas de celebración, cariño y comunidad. Por contraste, hoy en día la gente habla con resignación de agresión y violencia, miedo y asco.
Por dos horas desde mi asiento en la pendiente de la Ladislao Cabrera, miré cómo las actividades lúdicas e inocentes de niños fueron reemplazadas por las peleas brutales –con intento de dañar– de adolescentes y adultos. Cuando empezaron a lanzar globos y huevos a las bailarinas en sus vestidos bellos y a los músicos con sus acordeones y charangos preciosos, la Policía no podría haber intervenido.
“¡Ponga más empeño, Chellis!” Ud. grita. “Éstas son nuestras tradiciones.” Por cierto, culturas a través de la historia han practicado ritos en que se gira al revés la vida cotidiana: por un día hombres y mujeres intercambian roles y ropas; una tribu entera viaja a otra realidad por tomar una yerba alucinante; etc. Como la válvula de una máquina de vapor, tales actos sirven para reducir tensión; además pueden profundizar comprensión y animar compasión. Pero al contrario, según la antropóloga Kinga Tomzcyk, los arrebatos del Carnaval sucrense 2015 fueron más de allá de tales ritos: eran rabietas colectivas.
Si es así, adivinemos que hemos sido participantes/testigos de expresiones de algo más grande que Sucre: la ansiedad y alarma de vivir en un mundo fuera de control, con sus economías al punto del colapso, sus guerras interminables, sus gobiernos marchando al fascismo, las epidemias, químicos tóxicos, ondas de radiación electromagnética y bombas nucleares, la destrucción de la Madre Tierra, las extinciones diarias, la incertidumbre, el terror.
¿No hemos llegado al momento para recordar y cuidar nuestras raíces en lo que es edificante, sostenible y humano? Así que propongo –quizá absurdamente– que, como un ayuno de purificación, el Carnaval 2016 sea suspendido para que la comunidad reflexione con serenidad sobre una pregunta: ¿Qué es el Carnaval?