Miércoles, 25 de febrero de 2015
 
El duelo de Goebbels y el Gran Hermano

El duelo de Goebbels y el Gran Hermano

Erick Fajardo Pozo / Los herederos políticos de Hugo Chávez administran la comunicación de masas, sus recursos técnicos y sus agentes estratégicos, con una eficacia simbólica y discursiva que ha superado el monopolio económico y tecnológico de las cadenas informativas globales y ha derrumbado el mito sobre la hegemonía informativa del primer mundo.
Su comprensión sobre el impacto de las nuevas tecnologías viene de un empirismo y un practicismo que han rebasado ampliamente las aproximaciones más científicamente rigurosas al fenómeno de la información en la Era de las redes sociales y la comunicación en tiempo real.
Son dueños de una eficacia mediática que no se explica por el simple monopolio informativo o la censura.
Arrinconados en su propia crisis económica, sus vínculos con el narcotráfico y sus escándalos de corrupción, los delfines de la ALBA lucen tan débiles y tan fáciles de derrumbar que en apariencia bastaría una portada de El Mercurio o La Nación para precipitar su caída. Y sin embargo han resistido incólumes la sinfonía de denuncias de las mayores redes informativas globales, siempre operadas con habilidad quirúrgica y disciplina estratégica, aprovechado cada escándalo, cada filtración, con tal habilidad que tornan periódicamente las crisis informativas más adversas en verdaderos resurgimientos políticos.
Han creado una atipicidad tal en los paradigmas informativos que en breve nos obligará a revisar no sólo las definiciones concertadas sobre populismo sino aun nuestras certezas académicas más básicas sobre la relación entre periodismo y política, así como sobre el "efecto absoluto" de la opinión publica en el campo político.
Su inyección sistemática del discurso mitológico y las narrativas maniqueístas en el discurso político han generado una desviación o anomalía tal en el curso de la órbita informativa que ha creado un doble estándar de percepción pública sobre el abuso de poder y el crimen político, tan absurdamente favorable para ellos como nocivo para los gobiernos de occidente. Wikyleaks es el ejemplo más emblemático y patético.
Se han mostrado tan diestros en el manejo de la información como para crear un equilibrio artificial de poder frente a su enemigo literario: El "Imperio".
Vivimos –en términos de McLuhan– el nacimiento de una nueva galaxia. Un hoyo negro que engulle todas nuestras certezas acerca de Comunicación, discurso, estado y poder. Y nuestra respuesta no puede seguir siendo la negación; esa necia actitud del clero inquisitorial que incineró a Galileo Galilei y Giordano Bruno, creyendo que los paradigmas se incineran con la carne de sus agentes.
La correlación de fuerzas en el campo informativo se ha alterado dramáticamente y la minimización del problema no es más una respuesta – al menos no académicamente– aceptable. Una suerte de nuevo metarrelato de la creación del mundo, pregonado con impecable retórica por la vertiente caribeña de la escuela de Joseph Goebbels, destruyó el mito del Gran Hermano.
Es tiempo de empezar a entender cómo opera este fenómeno, antes que el nuevo equilibrio de poder informativo incida de manera permanente en el equilibrio de poder político.