BARLAMENTOS
Gira el mundo, gira, y la energía nuclear
Gira el mundo, gira, y la energía nuclear
Winston Estremadoiro .- Un amigo me regala libros y revistas cada vez que visita Bolivia. The Economist y el New Yorker estaban entre la docena que me trajo hace poco. Dieron sostén para responder a lectores que adulan, no sin entretejer alguna crítica, mi dizque rebuscada prosa. Pensaba que dominaba el inglés, o por lo menos su variante universitaria, pero en textos literarios y noticias sobre temas que preocupan al primer mundo, si bien entendía el sesgo de lo que el escritor decía, fulguraban palabras que desconocía. Como no, si las lenguas son creaciones utilitarias que sirven a los usuarios y por lo tanto están en constante flujo y cambio. Como la vida misma, siendo yo mismo un vejete que censuro la alienación cultural y el mal gusto, a mi manera de ver las cosas, de la juventud que se deleita con el hip hop y sus variantes.
Una nota que llamó mi atención tenía la energía como trasfondo. Sopesaba la pretensión china de triplicar hasta el año 2020 su capacidad nuclear medida en Giga watts, invirtiendo en centrales nucleares. China no posee el potencial hidroeléctrico, eólico y de gas natural nuestro, y su exceso poblacional es monstruoso. Pero disponen de millardos de divisas en exceso.
El artículo “Promethean perils” juega con palabras porque en la mitología griega Prometeo era el introductor del fuego que calienta a los humanos y les permite asar su alimento, pero también incendia ciudades y florestas. Como la energía atómica, que infunde horror en su variante bélica y se desconfía de su uso pacífico después de las tragedias de Three Mile Island en EE.UU, Chernobyl en la extinta Unión Soviética y Fukushima en Japón, países que no podrían ser tildados de inseguros. Estos días nomás, se detectó que Fukushima sigue pinchada y vierte aguas radioactivas al océano. Imaginen lo que sucedería en el gigante asiático con un rosario costero de plantas nucleares.
Partamos de que a Rusia, Francia y Argentina les interesa vender su charque atómico a Bolivia. El cuarto interesado es Irán, que debe estar con el ojo en el uranio boliviano. Es charque de varios millardos (miles de millones) de dólares, que mermarán las reservas generadas por altos precios de materias primas e hidrocarburos, precisamente cuando se acabó la década dorada que no va más.
Hay mucha distorsión de prioridades en los planes gobiernistas nacionales de ingresar al club de países que producen energía con usinas nucleares. En un país con graves deficiencias en vertebración, salud y educación, se encandila a las masas ingenuas con la cualidad engañosa de la energía atómica. ¿No es la misma cantaleta del satélite carísimo, el estadio ‘el batán’ y los ‘diablódromos’ y ‘cochalódromos’ que brotarán cual hierba mala?
Deben batir palmas los guerristas chilenos, porque la localización del proyecto en las cercanías de La Paz pondría las instalaciones nucleares a minutos de sus aviones F-16. La energía atómica es una voraz consumidora de agua contaminada con ácido sulfúrico (precursor de la pichicata) para purificar el uranio. Si es que Perú lo permitiera, sin disparar un solo tiro, Chile añadiría las aguas de un Lago Titicaca binacional contaminado, al desvío del río Lauca y el uso gratuito de los manantiales del Silala: “ni pa’ vos, ni pa’ mi”.
Un accidente nuclear afecta un radio de 500 Km a la redonda, así que habría que trasladar la densa población altiplánica y de los centros urbanos de El Alto y La Paz. Comenta un lector: “en países poco desarrollados sale rentable, allí nadie protesta”: en Camerún o Senegal, dice, los muertos no corcovean; en Bolivia, ¿los ignorantes?
Megalomanía, dice el mataburros, es manía o delirio de grandeza. Se manifiesta en autócratas proclives a obras monumentales que perpetuarán su memoria y que aplauden sus adláteres. ¿Se acuerdan de Hugo Chávez y su gasoducto al sur sudamericano? Ahí está Ortega en Nicaragua y su canal con plata china que no llega. En Bolivia se conocen algunos ejemplos de obras megalómanas. La energía nuclear es otro capricho pleno de adjetivos grandilocuentes que encandilan a las masas, principalmente en tiempos pre-eleccionarios para ganar votos para los candidatos gobiernistas.
Dice el Presidente que “venga quien venga como gobierno, el tema energético, estos planes, programas, deben ser una política de Estado”. Nada más cierto. Saquemos el carísimo vellocino de oro de la energía nuclear en el malgasto de inversiones bolivianas, ya que el país tiene gran potencial energético alternativo: hidroeléctrico, eólico, gasífero. Para no hablar de proyectos abortados como el hierro del Mutún que necesita reformularse, o de proyectos rezagados, como el litio del Salar de Uyuni, cuyas metas ya han sido rebasadas por el avance tecnológico. Pero ese tema es harina de otro costal.
Pensando en la insensatez de nuestros gobernantes, me acordé de Jimmy Fontana, un cantante italiano de los años sesenta de nombre tan alienado como el mío, que al menos tenía nombre ‘originario’: Enrico Sbriccoli. Cantaba “gira, il mondo gira, nello spazio senza fine/ con gli amori appena nati, con gli amori gia finiti/ con la giolia e col dolore della gente come me” (Gira el mundo, gira, en el espacio infinito/ con los amores recién nacidos, con los amores ya finitos/ con el gozo y con el dolor de la gente como yo).
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