EDITORIAL

Tareas pendientes en la causa de la mujer boliviana

Tareas pendientes en la causa de la mujer boliviana

A pesar del carácter universal que teóricamente es atributo de todas las leyes, éstas no han sido suficientes para superar los valores y prácticas incompatibles con la equidad

Hoy, como todo 11 de octubre, como un justo homenaje a Adela Zamudio, se conmemora el Día de la Mujer boliviana. Ocasión muy apropiada para reflexionar sobre lo mucho que se ha avanzado, lo que falta por avanzar y las rectificaciones que habrá que ir haciendo para no perder el rumbo que conduce a una sociedad en la que la mitad de sus integrantes esté plenamente incorporada, en condiciones de justicia y equidad, en todas las actividades económicas de interés colectivo.
Al hacerlo, basta una somera comparación entre las circunstancias que rodearon la actividad creadora y transformadora de Adela Zamudio, hace sólo unas décadas atrás y la realidad actual para destacar lo mucho que ha mejorado en Bolivia, como en todo el mundo, la situación de la mujer boliviana. Tan atrás han quedado los tiempos cuando mujeres como Zamudio eran tan excepcionales que su sola aparición en la vida pública constituía todo un acto de rebeldía y transgresión, que a las nuevas generaciones les resulta difícil imaginar algo diferente y más aún comprender las circunstancias tan adversas en las que precursoras de la causa de la equidad de género sentaron las bases de las mejoras de las que gozan las mujeres de hoy.
Es verdad, sin embargo, que a pesar de lo grandes que son los avances que han llevado a las mujeres de la marginalidad a la que estaban reducidas hasta el lugar protagónico que ocupan en las más diversas actividades, es todavía mucho lo que falta por hacer. Y no sólo en el terreno de la distribución equitativa de oportunidades y reconocimientos sino, lo más importante, en la manera como son tratadas en la vida cotidiana en los diversos escenarios en los que desarrollan las actividades diarias.
Entre las grandes deficiencias que en esta materia todavía arrastra nuestra sociedad, sin duda la más importante es la enorme proporción de nuestra población femenina a la que aún no han llegado los frutos de los esfuerzos hechos para mejorar su situación. Es que más allá del carácter universal que teóricamente es atributo de todas las leyes, éstas no han sido suficientes para transformar, por lo menos no en la medida de lo esperado, sus condiciones de vida cotidianas.
De todas las tareas pendientes, hay una que sin duda se destaca como la principal. Es la relativa a la violencia de género, y muy especialmente la de carácter sexual, tragedia de la que a diario son víctimas decenas de mujeres, en gran parte niñas, en nuestro país. Se trata de un fenómeno que por la frecuencia e intensidad con que se produce, ya no puede ser tratado como una sucesión de casos excepcionales sino como la manifestación externa de un mal muy arraigado en nuestra sociedad.
Ese sólo hecho, entre muchos otros, es suficiente para recordar que, en muchos aspectos, estamos todavía lejos de haber superado los tradicionales valores y prácticas poco afines con la causa que hoy se conmemora.