Comentarios sempiternos

Comentarios sempiternos

Rodolfo Mier Luzio.- Un amigo, un buen y querido amigo, tuvo la gentileza de escribirme para darme una opinión sobre un comentario que escribí en mis columnas habituales; eso sí, en esa ocasión (y eso es lo que motivó su epistolar alegría) sin referirme al sempiterno tema de la política criolla, la que siempre está llena de cosas que todos los bolivianos quisiéramos eludir; muchas veces, hasta por higiene mental. Bueno, le agradezco por sus palabras, pero ante todo, por haberme concedido el privilegio de leer el comentario sobre las vicisitudes que tiene que enfrentar el Papa Francisco, en su nada fácil misión de erradicar del Vaticano, todo lo malo de la Santa Sede. Otra clase de política y muy lejana.
Como mi amigo, seguramente muchos sienten que los periodistas recargamos la tinta con temas que de tanto ser recurrentes hasta llegan a cansar. Pero que no crean nuestros lectores que, los que emitimos opinión, tenemos el hígado de acero. Por lo menos, y permítanme hablar en primera persona, ese es justamente el motivo de mis males físicos, a los que trato de combatir con algunas pastillas que el médico me entrega de vez en vez; pero, siempre recomendándome evitar me invada el mal humor, la preocupación y el estrés. Es que ese es el destino de quien ha escogido la privilegiada, pero muchas veces no entendida, “mejor profesión del mundo”, a la que se refirió un prestigioso y afamado escritor, al hablar del periodismo.
Cómo podríamos callar lo que sucede en nuestra patria, cuando es habitual conocer de delitos que asolan las calles de las ciudades, con el crecimiento en progresión geométrica de la delincuencia y la inseguridad ciudadana. Y como todo es consecuencia de algo, esa delincuencia tiene su caldo de cultivo en el narcotráfico al que todos debiéramos combatir, pero si éste nace en el mismísimo seno de una institución que tiene la misión de velar por todos los habitantes de nuestro país y darles seguridad, qué se puede esperar, si hasta un funcionario encargado del control y comercialización de la “hoja sagrada”, hace negociados desviando ese producto a otros fines desconocidos.
Cómo podríamos callar si pueblos enteros se dedican a la elaboración de droga o son santuarios del contrabando, y lo que es peor, descubrieron a narco niños en escuelas cruceñas, sin que el gobierno piense en una política seria para combatir estos males. El crecimiento de catos de coca es cada vez mayor, y eso es lo más importante.
No se puede ignorar, la manipulación de la justicia en Bolivia, para buscar culpables de todo tipo de delitos; eso sí, sólo entre quienes no comulgan con las ideas del partido de gobierno y son potenciales obstáculos a la candidatura oficialista. Porque la justicia es evidentemente ciega, pero para los que gozan del Poder.
Desde el Órgano Legislativo Plurinacional, alguien propuso el nombre de un ciudadano libanés como Cónsul “Honorario” de nuestro país en el lejano Líbano. Pero resulta que sus honorarios “diplomáticos” pretendía cobrarlos en cocaína valuada en un millón de dólares.
Duele que consideren eunucos mentales a mucho más de la mitad de los bolivianos, y crean que no se dan cuenta que la manipulación electoral empezó con resultados inventados del Censo de Población y Vivienda, para favorecer a los ocupantes (no inquilinos) del Palacio de Gobierno. O que los Ministros y funcionarios públicos sean, obligados a vulnerar la ley, ocupando sólo la mitad de su tiempo en cumplir sus obligaciones de gestión pública, y el resto en hacer proselitismo obligado, a favor del partido de gobierno.
Lastimosamente, aunque muchos ciudadanos consideren temas sempiternos los de la política criolla, que para muchos de los columnistas también lo son, es deber nuestro emitir una opinión con la esperanza que los gobernantes nos lean. Y sobre todo que nos entiendan, así nuestra opinión sea totalmente subjetiva, porque en verdad lo es. No somos dueños de la verdad porque, como siempre se ha dicho, ella es relativa y para nada absoluta. Pero, las más de las veces no se puede tapar el sol con un dedo; callarnos sobre esos temas nos convertiría en cómplices de todo lo que sucede en nuestra patria.
Por lo menos…esa es mi opinión.