TRADICIÓN. Se levantaron tumbas para recordar a los difuntos y para que la gente invoque y encomiende las almas al Creador.
TRADICIÓN. Se levantaron tumbas para recordar a los difuntos y para que la gente invoque y encomiende las almas al Creador.


GENEROSOS. Los familiares del difunto atendieron pacientemente a todos los visitantes.



LA GENTE SE CONCENTRÓ EN CASA DE LAS ALMAS NUEVAS

Pese a las dos lluvias de ayer, las personas no dejaron de movilizarse


Q'hanchacu en Sucre se vive de puertas abiertas

Luis Alberto Guevara

De puertas abiertas. Así transcurrieron los q'hanchacus en Sucre, a donde acudieron cientos de personas que en vida conocieron o no conocieron al difunto, para elevar una oración por su alma y, a cambio, recibir bebida alcohólica, mondongo y masitas.
Las costumbres están más vivas que nunca y la celebración de Todos Santos y el Día de los Difuntos no fue la excepción, aunque estas manifestaciones no se vieron tanto en el centro de la ciudad, como en las zonas circundantes.
El q'hanchacu o celebración en memoria del “alma nueva” consiste en levantar una tumba o altar lleno de masas, flores, comida y otros adornos con la foto del difunto, como centro de toda atención, para que la gente que visita la casa rece, invocando al Creador por su alma. A cambio, los familiares invitan bebidas alcohólicas de todo tipo, entre ellas, chicha y las tradicionales mistelas; también, en recompensa por las oraciones vertidas entregan masas en bolsitas previamente preparadas, y en un plato de desechable invitan el tradicional mondongo. De esta forma se retribuye, por lo general, al visitante circunstancial y desconocido, que por su característica, camina cientos de metros en busca de la mayor cantidad de q'hanchacus posible.
Pero también están los otros, los invitados, familiares y amigos del difunto, que dedican casi toda la jornada a compartir alrededor de la tumba bebidas y alimentos.
Los primeros, los ocasionales, se movilizan a pie, cargados de bolsas o bolsones en grupos familiares o de amigos, mientras que los segundos lo hacen en sus propios vehículos o en taxis.
Ayer, una muestra de ello fue la inusitada presencia de motorizados en domicilios particulares. De hecho, este tipo de concentración fue un indicador a varios metros de distancia de que en ese lugar había un q'hanchacu.
Sin embargo, pese a esta nueva forma de identificación, los familiares del difunto colocaron el tradicional crespón negro y mantuvieron las puertas de par en par.


MOVILIZACIÓN
La gente que no contaba con un medio de transporte propio tuvo dificultades para movilizarse. El servicio de micros durante la mañana fue mucho menos de lo habitual. Quienes salieron temprano de sus casas para asistir a las misas en memoria de los difuntos tuvieron dificultades en llegar a los templo; lo mismo sucedió para regresar a sus domicilios o para trasladarse al lugar de la invitación o q'hanchacu.
Ni qué decir de la provisón de pan, casi nula por estas fechas.
En la tarde, conforme transcurrieron las horas, el servicio de micros fue desapareciendo poco a poco y no fue casual ver grupos de personas en las esquinas de las calles, especialmente donde la gente suele tomar el micro, esperando sin éxito por el transporte.
Mientras la paciencia de unos se expresaba en la espera, la perseverancia de otros por visitar la mayor cantidad de q'hanchacus se manifestaba en el ir y venir a pie por las calles de ciudad.
Al mediodía y parte de la tarde, la ciudad soportó dos lluvias provocando en las casas de los q'hanchacus la presencia de una muchedumbre que se dio modos para guarecerse o, en su caso, para servirse el mondongo fuera de la misma, como se vio en la calle Mauro Núñez


CONTROL POLICIAL
Ayer, varios motorizados de la Policía Nacional fueron vistos recorriendo las calles de la ciudad, mientras que otros permanecían estacionados por cierto tiempo en un determinado lugar, para garantizar la seguridad de las personas.
Al anochecer, ya eran notorios los efectos del excesivo consumo de bebidas alcohólicas en la tradicional fiesta de difuntos.

Retribución

La gente que llegó a la casa donde se recordaba al difunto rezó y a cambio recibió bebidas alcohólicas, masitas y mondongo; luego siguió su camino en busca de otro q'hanchacu.