¿De espaldas al mundo?

¿De espaldas al mundo?

Juan José Bonifaz B..- Los gobiernos del mundo no tienen amigos ni enemigos. Tienen desconfianza e intereses, y por eso, sacrifican la paz, la seguridad y el progreso de los pueblos.
En esa realidad, Bolivia está en lucha contra enemigos invisibles con aliados imaginarios. Vivimos de espaldas al mundo de la realidad. Esta época de acontecimientos mundiales –que mezcla racismos, fundamentalismos, movimientos generacionales, redes de crimen organizado y narcotráfico– no permite rupturas tajantes ni definitivas, porque un mundo globalizado e interdependiente, donde una medida económica de Estados Unidos repercute de manera inmediata en China, Europa, América Latina y el Sudeste asiático y viceversa; es también época de oportunidades, que hace imperiosa la necesidad de poner en juego nuestros intereses en el mundo, pero con mente abierta, alejada del sectarismo, la miopía y las ventajas del poder político y personal que tanto daño han causado a nuestro país, y lo han condenado al atraso.
Estados Unidos, pese a sus grandes problemas, es el país donde se permite la mayor cantidad de errores que conducen a adelantos socioeconómicos valiosos. En sus grandes laboratorios pueden permitirse pruebas y errores, y así se procura su futuro. Esta permanente tarea construye una avanzada estructura basada en el conocimiento qué arrastra un sistema energético heredado de la era industrial.
Durante varias décadas, le dijo al mundo que la privatización y la desregulación traerían la democracia, sin tener en cuenta las diferencias religiosas, culturales e históricas ni los niveles de desarrollo económico e institucional existentes en la tierra. También se ha dicho en muchas oportunidades que el capitalismo está muerto, generalmente en momentos de profundas crisis de depresión o de inflación desbocada. Pero el capitalismo vive con esas características y está para quedarse. Todos sus aspectos clave, como la propiedad, el capital, los mercados y el dinero, se adaptan según las necesidades de la dinámica económica. Por eso la economía del futuro basada en la ciencia y la tecnología es ya diferente; estamos en un mundo nuevo y extraño, donde mientras enemigos y amigos del capitalismo se están arrojando críticas y elogios, crean nuevas formas de pagar y cobrar obligaciones y cada vez mejores oportunidades de hacer negocios sin circulación del dinero.
Por otra parte, China es la pionera de una nueva economía de libre mercado, con tres segmentos de población que ocultan una gran incógnita: la China rural desesperadamente pobre, una China urbana de las chimeneas y cadenas de montaje, y una tercera ola de jóvenes de clase media, formados en las nuevas tecnologías, organizados en redes de empresas extranjeras, centros de investigación y sistemas de comunicación, todo ello en un modelo político comunista.
Mientra tanto, fuerzas jóvenes insurgentes están gestando, también en América Latina, impulsos de cambio, porque en este continente existen grandes problemas de inseguridad, desempleo, asimetrías y, aun, caudillos y engendros de dictadores comprometidos con intereses extranacionales.
Esta situación se hace más grave, cuando mayorías pobres, ignorantes y mal instruidas, se comprometen con revoluciones que reivindican raza, religión y justicia social, sin resultados favorables en largo plazo.