EDITORIAL

La necesidad de un debate nacional

La necesidad de un debate nacional

Adem�s de impulsar un gran y transparente debate interno sobre el tema, el Gobierno debe abandonar su conservadora posici�n prohibicionista, alineada con los exponentes m�s reaccionarios de la pol�tica estadounidense

Presionado por la comunidad internacional y varios sectores del pa�s, el Gobierno ha tenido que difundir los resultados de una investigaci�n sobre consumo de hoja de coca, financiado por la Uni�n Europea.
M�s all� de los resultados difundidos y de su cuestionada credibilidad, y pese a que las autoridades intentan limitar el debate sobre ellos con los productores de coca, lo cierto es que el tema de la hoja �y su inevitable relaci�n con la producci�n de coca�na y sus derivados� es central para la vida del pa�s y, como tal, debe ser tratado en forma transparente y participativa para definir una pol�tica de Estado.
Se puede constatar que lo que hasta ahora se ha hecho constituye un rotundo fracaso: han aumentado los cultivos de coca y la producci�n de coca�na. Adem�s, hay un evidente empoderamiento de ciertos sectores productores de coca que se relacionan con fabricantes y comercializadores de drogas ilegales, lo que limita la capacidad de interdicci�n del Estado. As�, mientras que, de un lado, se puede considerar como un �xito el aumento del volumen de las incautaciones y reducci�n de cultivos, del otro lado se confirma la mencionada expansi�n.
Hay que a�adir que aumenta el consumo interno de drogas ilegales y los pa�ses vecinos denuncian el crecimiento del ingreso de �stas desde Bolivia y Per�, lo que afecta a sus propias sociedades y los convierte, adem�s, en puertos de salida de esos productos hacia el mundo desarrollado. Asimismo, se debe sumar el ingreso de drogas sint�ticas y su creciente consumo en el pa�s.
Se trata, en definitiva, de un complejo problema que trasciende visiones particulares. Es decir, ser�a un error que el gobierno debata sobre el tema s�lo con los productores de coca, pues �stos, m�s all� de su identificaci�n pol�tica (ya no tanto ideol�gica) con �ste, har�n primar sus propios intereses que, ahora, est�n contrapuestos a los del resto de la sociedad. Es decir, ya no sucede, como pudo creerse en el pasado, que la defensa de la producci�n de coca es una cuesti�n de dignidad nacional o un instrumento de lucha contra el �imperialismo�. En las condiciones actuales, esta situaci�n s�lo tiende a deslegitimar interna y externamente al gobierno y ha sido el propio presidente del Estado quien impl�citamente lo ha reconocido hace algunas semanas frente a su principal base de sustento.
En ese escenario, el gobierno, adem�s de impulsar un gran y transparente debate interno sobre el tema, debe abandonar su conservadora posici�n prohibicionista, alineada con los exponentes m�s reaccionarios de la pol�tica estadounidense, y acercarse a gobiernos y personalidades de la regi�n que, al margen del signo ideol�gico que representan, han decidido impulsar un proceso de reflexi�n sobre las estrategias de lucha contra la producci�n, comercializaci�n y consumo de drogas ilegales.
Si para esto sirve este mal nacido informe sobre consumo de coca en el pa�s, se habr�a dado un paso adelante. De lo contrario, asistiremos a una situaci�n en la que todos seguiremos minti�ndonos, ahondando el problema.