La espera de los cristianos

La espera de los cristianos

Mons. Jes�s P�rez Rodr�guez, O.F.M..- Estamos al final del A�o Lit�rgico en que el tema escatol�gico aparece en estos domingos. De esto nos habla la primera lectura y el Evangelio de Lucas 21,5-19. Se nos invita a mirar al futuro de cada uno y al de la humanidad. Asimismo, la segunda lectura, tomada de la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses toca tambi�n la problem�tica del fin del mundo, pues algunos no trabajan con el pretexto de que era inminente la venida gloriosa del Se�or Jes�s.
De vez en cuando salen voces que quieren alarmarnos acerca del fin del mundo. Hay quienes han ca�do en la tentaci�n de la cercan�a de la vuelta de Jes�s, anunciada por �l al fin del mundo, pero Jes�s mismo nos advierte que no sabe ni el d�a ni la hora.
El evangelista mezcla, en el evangelio de hoy, dos aspectos: uno el anuncio de la destrucci�n de la ciudad santa, Jerusal�n, por parte de los romanos; esto sucedi� ya (hacia los a�os 70) con los ej�rcitos de Vespasiano y, en segundo lugar, estar�a el fin de todo el mundo, del cual dice que �no vendr� enseguida�. Jes�s usa el lenguaje apocal�ptico de los profetas del Antiguo Testamento. No es nada f�cil distinguir estos dos estratos.
El fin del mundo no es inminente. Nos previene amorosamente para que no nos entre el p�nico y para que no seamos incautos: �Cuidado, que nadie les enga�e. Porque muchos vendr�n usando mi nombre, diciendo yo soy, o bien el momento est� cerca, no vay�is tras ellos�. Esta visi�n enigm�tica del final de los tiempos no quiere hacernos vivir en el temor, pero s� que nos es necesario saber vivir como peregrinos que vamos hacia una meta.
En este A�o de la Fe y este final del A�o lit�rgico, cuando constatamos que la humanidad va hacia la destrucci�n con la creaci�n de tantas armas, especialmente las qu�micas, y cuando vemos tambi�n que las leyes naturales como las leyes de Dios se relativizan, como cuando miramos a nuestro interior y vemos tantas debilidades y miserias espirituales y morales, surgen tantas preguntas sobre el futuro. �Tendr� un final feliz la historia de la humanidad? Este caminar de la humanidad �a d�nde nos conduce? �Nos salvaremos?
La mirada hacia el futuro nos viene bien hoy a nosotros como a los disc�pulos de Jes�s cuando Lucas escribi� su evangelio. La Palabra de Dios quiere orientar nuestras vidas para que seamos comprometidos, para que vivamos en plenitud el ser cristianos, siguiendo el camino se�alado por Cristo, no dej�ndonos enga�ar por aquellos que nos proponen cristianismo f�cil, producto de la dictadura del relativismo.
San Pablo, en la segunda lectura, habla del trabajo. La espiritualidad del trabajo est� relacionada con la actitud de vigilancia y espera del Se�or. El trabajo tiene una dimensi�n trascendente, en esa perspectiva de la vuelta, la segunda venida de Cristo. Esa espera de los cristianos no consiste en desanimarse, sino en tomar una actitud constructora de un mundo mejor, m�s humano, m�s cristiano y m�s solidario. Por ello, cuando el cristiano mira al ma�ana, no se olvida del hoy, es tener fuerza, la fuerza del Esp�ritu Santo y la luz de Cristo con un mayor compromiso.
Los cristianos de las primeras comunidades, al vivir tantos problemas y adversidades, fueron recordando lo que Jes�s les hab�a dicho. Fueron entendiendo que las adversidades eran parte del camino trazado por Jes�s. El itinerario hacia el cielo pasa siempre por la Cruz. Jes�s venci� la muerte acept�ndola y vivi�ndola como ofrenda a la voluntad del padre, pero quer�a y quiere que todos los que pasamos por pruebas lleguemos a la victoria como �l.
La esperanza del cristiano no ha significado nunca un cruzarse de brazos y dejar de luchar para cambiar las fuerzas del mal en las del bien, para llegar a instaurar a Cristo en todo. Cuando celebramos la Eucarist�a recordamos el pasado �proclamamos la muerte del Se�or�, pero con una mirada prof�tica y segura en el futuro, �hasta que vuelvas�. La Santa Misa nos hace vivir el pasado y el futuro, concentrado en el presente. Pudi�ramos decir, a Dios esperando y con el mazo dando. El Se�or nos promete en el profeta Malaqu�as, el d�a del sol. Hay que esperar confiadamente pues Jes�s nos dice, �con la perseverancia salvar�n sus almas�.