El perdón de fin de año
El perdón de fin de año
Gastón Solares Ávila.- Así como es una tradición que la gente se desee felicidad y prosperidad durante el cambio de año, inspirada en los principios cristianos, es también una tradición que se expresen los sentimientos de perdón cuando la conciencia individual y colectiva así lo exige. Es una fecha en la que el amor al prójimo se manifiesta entre los creyentes y los no creyentes.
En muchos medios de comunicación, se han escuchado palabras relacionadas con este tema, sobre todo de quienes de alguna manera sienten haber hecho daño personal. No es mi caso, pues siempre critiqué acciones o situaciones y nunca tuve la intención de dañar a persona alguna. Simplemente, defiendo con vehemencia nuestra bella ciudad, llena de basura, de abandono, de desorden, de caos, de obras inconclusas y clandestinas, de carreteras de acceso en ruinas y de autoridades municipales incapaces de darse cuenta de la gravedad del problema, para reaccionar y trabajar intensamente y unidas frente a una triste realidad que ha llegado a límites cada día más difíciles de revertir.
Nuestras riquezas de atracción turística y nuestro título de ciudad patrimonial están en riesgo y si nuestras autoridades no evalúan la situación, porque para ellas son prioritarios los intereses políticos como lo están demostrando con su insólita actitud, somos los ciudadanos, los que las hemos elegido, los que tenemos que hacer lo único que podemos: protestar y elevar el tono de nuestra voz. Esta columna no es propiedad privada del que la suscribe, es el criterio de mucha gente que no tiene la posibilidad de manifestar públicamente lo que piensa.
Mientras en otras ciudades del país se ve progreso, en Sucre sólo son noticia permanente las peleas en las que culpan siempre al otro de lo que ocurre. La población escucha explicaciones, no soluciones. Lo que le importa al ciudadano es trabajo y gestión en este momento en el que precisamente el Municipio tiene recursos y posibilidades de crédito. Dicen algunos concejales que quieren ahorrar dinero y que por ello exigen que las obras se realicen con dinero propio.
Yo no entiendo esta forma de ahorrar, cuando cada concejal gana 14.240 bolivianos mensuales. En Diciembre, gracias al doble aguinaldo, recibieron 42.720 bolivianos y este mes, tendrá cada uno un incentivo municipal de manera que percibirán 21.360 bolivianos. Entre diciembre y enero habrán recibido 64.080, o sea 32.040 mensual como promedio. El incentivo municipal es el 50% de un sueldo que se paga semestralmente.
La planilla mensual del Concejo es de Bs. 633.610.34 para los 110 funcionarios de planta y eventuales (5.760 promedio individual) y por concepto de pasajes y viáticos al 23 de diciembre de 2013, se tiene un monto de 741.283.95. Si a ello se suma la planilla mensual del personal ejecutivo, Bs. 3.892.453.13, para 1109 funcionarios (3.509 promedio individual), y los gastos de pasajes y viáticos que alcanzan a Bs 478.498.29 en la pasada gestión, estamos definitivamente hablando de sumas millonarias que los ciudadanos pagamos a las autoridades municipales para tener la ciudad en el estado en que se encuentra. Obviamente, esta nota no está dedicada a las excepciones, que existen aunque sean pocas, sino a aquellos concejales y ejecutivos que saben que su trabajo no es efectivo y que tienen que enfrentarse a sus propias conciencias. No importaría que perciban montos altos e inclusive superiores a los mencionados, siempre y cuando haya trabajo en beneficio de la ciudad.
Da envidia escuchar el progreso de otras ciudades bolivianas que aprovechan recursos nacionales y del exterior. En La Paz, por ejemplo, después de la iluminación de los puentes trillizos con fondos gestionados en la CAF, se anuncia la iniciación de la construcción del teleférico y su Alcaldía inaugura un servicio de transporte público de buses especialmente diseñados para sus características topográficas, que circularán siguiendo un plan de recorrido y de paradas. En Sucre, en cambio, se ha perdido la iluminación de los monumentos históricos, reina el caos vehicular, los buses emanan gases tóxicos sin que nadie controle nada y la ciudad sigue su fatal destino mientras sus autoridades luchan por el poder. ¿No son acaso esas autoridades las que deberían pedir perdón a la ciudadanía y cambiar de actitud?
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