Sábado, 1 de marzo de 2014
 

ENTRE COLUMNAS

El ridículo en Viña del Mar

El ridículo en Viña del Mar

Rodolfo Mier Luzio.- Ya es conocido el deterioro de uno de los festivales que hace años era, en verdad, uno de los más importantes y atrayentes espectáculos de la región. Qué lejos están esos tiempos en que figuras como Vodanovic le daban prestancia y seriedad al espectáculo. Cuando hablamos del Festival Internacional de Viña del Mar, es imposible no asociarlo con Antonio Vodanovic, el histórico animador del certamen. Y no es por nada, pero Vodanovic estuvo animando el Festival por 29 años consecutivos, siendo un ícono para los chilenos.
Hoy, “animadores” quieren imitarlo, pero sin lograr su objetivo. Una pareja dispareja que hace ver al presentador como un enano, regala antorchas y gaviotas en forma forzada por el único mérito de ser chilenos; porque de artistas no tienen ni la primera letra. Es el caso del llamado “Gepe”.
La noche del miércoles, el tal “Gepe” se las dio de compositor de sayas, sin tener la menor idea de lo que es ese ritmo nacido en Bolivia, con características marcadas de un ritmo negro nacido en los Yungas de La Paz.
Claro, como nadie sabe de lo que se trata, fue aplaudido y vitoreado por “El Monstruo”, que cree que sus aplausos son determinantes a la hora de repartir premios como volantes callejeros. Por eso, las composiciones de “Gepe” fueron interpretadas haciendo honor a su nombre, que nadie sabe lo que significa.
Pero, eso no sería nada, utilizó a su cuerpo de baile con disfraces propios del carnaval de Oruro y de otras regiones de nuestro país. Había una suerte de mescolanza absurdamente ridícula de diablos, osos, tinkus, caporales y otros disfraces de origen boliviano que bailaban el “ritmo de Saya” compuesta por Gepe que, en realidad, no es samba, tampoco cumbia, no se parece al rock; pero lo que menos tiene es un ritmo de saya, y tampoco originalidad.
Si no tienen folklore, no le roben a los países vecinos, y si lo hacen, que mínimamente estudien las características del ritmo, de dónde proviene y cómo se interpreta….y cómo lo bailan. Esta vez, a los de Viña les salió el tiro por la culata, después de hacer mofa de los anhelos bolivianos, cayeron en el ridículo más grande, al no saber diferenciar el disfraz de un diablo, un oso, un caporal y al ponerle el título de saya a un ritmo que, creo, en el mundo no existe.
Y lo peor, se ganó todos los premios; dos antorchas y dos gaviotas sin merecer siquiera un cerillo encendido. Así, el Festival de Viña del Mar y sus “Gepes” se ahogarán irremediablemente en el desastre artístico.
Por lo menos…esa es mi opinión.