DESDE LA TIERRA
Lo que no cambia
Lupe Cajías.- Es difícil eludir sus ojos fijos. Quizá marrones, quizá ennegrecidos, quizá sólo manchados por un llanto antiguo aunque ella no cumplió todavía los seis años. El cabello luce sucio, sin champú, sin acondicionador, ni brillo. En realidad, no tiene alguna traba que lo sujete de la borrasca. En verdad, no está peinado. Ni siquiera tiene algún tipo de corte. Corre suelto, enredado, desgreñado, tapando con las mechas llenas de barro parte de su rostro y parte de la carita del niño en sus brazos...