Domingo, 4 de mayo de 2014
 

Ayrton Senna
Ayrton Senna

FÓRMULA 1 Transcurrieron 20 años de la muerte de Ayrton Senna, tras su fatal accidente en Imola

La leyenda sigue viva

La leyenda sigue viva

Xarly Sagalés Aymar / Internet

Fue el 1 de mayo de 1994. Un año que todo buen aficionado del motor recordará, y no para bien precisamente. Se trata de la fecha en que Ayrton Senna perdió la vida en el asfalto de Imola con motivo del Gran Premio de San Marino. Aquel fin de semana estuvo marcado por la desgracia. Ya en los entrenamientos libres, Rubens Barrichello casi pierde la vida al protagonizar un violento accidente y Roland Ratzenberger también perdió la vida en la sesión de calificación.
Ayrton Senna, aquel chico de Sao Paulo que destacaba en la Fórmula Ford y posteriormente en la Fórmula 3 británica. Pocos se imaginaban lo que acabaría haciendo aquel simpático piloto. Pero lo cierto es que ya de pequeño apuntaba maneras, muy buenas maneras.


DEJÓ HUELLA EN TODAS LAS CATEGORÍAS
El brasileño, en todas las categorías por las que pasó antes de llegar a la Fórmula 1 dejó huella, al igual que cuando disputó por primera y única vez el prestigioso Gran Premio de Macao de Fórmula 3, donde consiguió la pole y la victoria.
Ayrton no se limitó única y exclusivamente a los monoplazas. En el año 1984 disputó la prueba de Nürburgring del Campeonato del Mundo de Resistencia con el equipo Joest a los mandos de un Porsche 956. Fue un año después de su victoria en Macao y de conseguir, como premio, unos test de Fórmula 1 con Toleman y con Williams. Finalmente, el paulista acabaría entrando en el Gran Circo de la mano de Toleman, donde en su primer año iba a conseguir, nada más y nada menos, que tres podios.
Aquello fue el principio de algo muy grande. El paulista acabaría formando parte de escuderías como Lotus (1985-1987), McLaren Honda (1988-1993), donde iba a conseguir la mayor parte de sus éxitos, y finalmente en 1994 militó en las filas de Williams. Su primera victoria la iba a conseguir en el Gran Premio de Portugal de 1985 con su Lotus, en el trazado de Estoril, y su primer Título de Campeón del Mundo no iba a llegar hasta su época en McLaren, fue en el año 1988.
Pero lo que más hacía que el aficionado empatice con Ayrton era su espíritu de competición, sus ambiciones y sus ganas de mejorar día a día. Filosofía que cobraba fuerza con cada una de las peleas en pista que él y Alain Prost protagonizaron durante años, tanto en McLaren como cuando el francés fichó por Ferrari. Ambos se iban repartiendo las victorias y los Campeonatos en una de las épocas más vibrantes y más espectaculares de la Fórmula 1.
“No tengo ídolos. Admiro el trabajo, la dedicación y la competencia.” Ese era el lema de Senna y bajo esas directrices vivía. El brasileño era un piloto que al salir a pista lo hacía todo al límite, posiblemente por ello se mostraba un tanto irregular, ya que una vez terminada la temporada y revisados los resultados de cada Gran Premio podías ver que había conseguido grandes resultados y grandes pifias. Todo ello, debido a errores producidos de rodar al límite en cada vuelta.


COMPARTIÓ CON LOS GRANDES
Ayrton, además, no sólo compartió pista con pilotos de la talla de Prost, Berger o Damon Hill. El brasileño compartió pista con un joven Michael Schumacher, el piloto que más éxitos cosechó a lo largo de la historia de la Fórmula 1. Sólo fue en sus últimos años, en las temporadas de 1993 y 1994, y pocos se imaginaban que aquel piloto alemán que militaba en Benetton acabase llevando a Ferrari a los más altos cielos.
No sólo eso, Ayrton Senna pilotó coches diseñados por toda una efeméride de la aerodinámica como es Adrian Newey. El genio de la lámpara. El hombre que fue uno de los artífices de los recientes éxitos de Red Bull. Pero fue durante un breve periodo de tiempo. Sólo pudo disputar tres carreras con el coche que diseñó Newey. Quién sabe lo que hubiese podido pasar si ese fatídico accidente no se hubiese producido.
Se trata pues, de toda una leyenda de la Fórmula 1. El Tricampeón que militó en las filas de Ron Dennis y de Frank Williams, aquel simpático chico que lo daba todo por y para el equipo y que tristemente murió haciendo lo que más le gustaba hacer, pilotar un coche de carreras yendo al límite. Un sentido homenaje a Ayrton Senna, en el 20 aniversario de su muerte.