Miércoles, 6 de agosto de 2014
 

EDITORIAL

189 años de historia

189 años de historia



La realidad es más fecunda que las ideologías, por lo que los factores que nos unen terminarán imponiéndose sobre los que nos separan

Son muchos los temas que se pueden destacar en el Día de Bolivia. De hecho, que hayan transcurrido 189 años desde su creación y nos encontremos impulsando renovados procesos de reafirmación e inclusión es, en sí mismo, un hecho de gran significación por la cantidad de obstáculos que hemos tenido que superar a lo largo de estos años.
Se puede hacer referencia a que, también venciendo muchos obstáculos, celebramos este 6 de agosto viviendo en un sistema democrático pese a los intentos, desde diversas corrientes ideológicas, por subvertirlo. Es decir, la decisión del pueblo boliviano de vivir en democracia es un dato permanente.
Asimismo, celebramos este 6 de agosto en un momento importante de un proceso de cambio que se incuba desde fines de los años 90 del siglo pasado que, manteniendo las dos líneas mencionadas –la nación y la adhesión democrática—ha modificado al país. Se trata de un cambio que cuesta asumir, razón por la que en diferentes ámbitos de la vida nacional (política, económica, social, cultural, mediática, etc.) se sigue reaccionado ante los distintos hechos y fenómenos como si se viviera en el viejo país.
Probablemente es por esa razón, a la que se debe sumar los cambios que se registran en el mundo, que no se presentan ni visiones de país ni propuestas integrales, sino eminentemente corporativas. De una u otra manera, todos vivimos en función del momento sin poder proyectarnos al futuro. Esto se hace más visible cuando escuchamos lo que hasta ahora nos ofertan los diferentes candidatos y agrupaciones que terciarán en las elecciones de octubre de 2014. No hay, en verdad, propuestas que nos lleven a mirar lo que se nos viene y a expresar cómo quisiéramos que sea el país en el largo plazo. Más allá de la agenda 2025 que lamentablemente sólo incluye un obvio listado de acciones –necesarias sí, pero insuficientes– no nos plantean un norte que nos una. Más bien, insisten en mantener a ultranza las diferencias y la descalificación de los adversarios imbuidos de pensamientos e ideologías más bien excluyentes.
Sin embargo, la realidad, felizmente, es más fecunda que las ideologías y los sectarismos, y es posible afirmar este 6 de agosto que se impondrá la racionalidad y lo hará más temprano si se logra, con desprendimiento, actitud solidaria y democrática, y visión de futuro, buscar los factores que nos unen en vez de ahondar los que nos dividen innecesariamente.
No será un proceso corto. Más bien, aún predominará la predisposición al enfrentamiento. Pero, hay signos en sentido de que pasados los procesos electorales de octubre de 2014 y abril de 2015, la realidad planteará la disyuntiva de ir por el camino de la unidad porque de lo contrario puede estar en peligro nuestra propia sobrevivencia.