Jueves, 7 de agosto de 2014
 

LA NOTICIA DE PERFIL

A paso de parada

A paso de parada

Paulovich.- El programa tradicional de los festejos patrios prescribe para hoy la denominada Parada Militar, un acontecimiento que gusta mucho a nuestro pueblo y hace vibrar de emoción a mi socia periodística, la cholita de Quillacollo, y también a este anciano periodista que aún mantiene la parada, según dice el lenguaje popular.
Al hablar de este asunto, mi comadre Macacha se puso muy feliz al saber que hoy la “parada militar” se realizará en la Avenida Costanera de la ciudad de La Paz, en el Barrio Sur, anunciándome que asistiríamos a contemplar dicho espectáculo pues hoy es el Día de las Fuerzas Armadas, aunque yo le manifesté que todo el armamento que yo guardo en mi casa, mejor dicho en mi arsenal, se reduce a una pistolita pequeña que me resistí a mostrársela pese a su insistencia.
Mientras nos preparábamos para el evento militar, mi Pariente Espiritual me contó que desde el año que Evo Morales asumió la Presidencia Vitalicia, vale decir nueve años, dispuso con rara astucia que la gran Parada Militar se realizase en cada una de las Capitales Departamentales, lo que obligó a la cholita cochabambina residente en La Paz a emprender largos y costosos viajes, lo cual no disminuyó su entusiasmo por el espectáculo militar, donde nuestros militares y soldaditos desfilan haciendo el “paso de ganso” que inventaron los militares prusianos e imitan nuestros militares soldados generalmente pequeñitos al lado de los prusianos.
Sonreí ante la comparación y propuse a la cholita que rindiendo otro homenaje más a nuestras gloriosas Fuerzas Armadas, nos dirigiéramos al improvisado “Campo de Marte” haciendo el “paso de parada”, aunque yo lo ejecutaría ayudado por mi bastón, algo que no gustó a mi comadritay quien me pidió que yo no me preocupase por tal inconveniente pues ella me conduciría cargado en su “kepi”, vale decir cargado en sus espaldas; de esa manera llegamos al criollo “Campo de Marte”.
Iniciada la gran Parada Militar, admiramos la apostura de nuestros soldaditos y militares tratando de levantar sus extremidades inferiores a la altura de sus mandíbulas, brindándoles nuestro sincero aplauso, debiendo subrayar el cuasi delirio de la cholita cochabambina que esta vez lucía su bizarría.
Ella y yo quedamos admirados de nuestros aviones militares que un día bombardearán las capitales de nuestros imaginarios enemigos, mientras mi comadritay me explicaba la importancia de nuestros tanques y carros de asalto frente a unos enemigos inexistentes.
Todo el embrujo de la fiesta militar se vino abajo cuando empezaron a desfilar sindicatos indígenas que apoyan la candidatura del Presidente Vitalicio y que nada tenían que ver con la gran Parada Militar en el Día de las Fuerzas Armadas.
Disgustados por la presencia de esos metiches, la cholita cochabambina me envolvió nuevamente y me cargó sobre sus espaldas al grito de “¡vivan nuestras Fuerzas Armadas!”