La Unidad Operativa de Tránsito despierta
La Unidad Operativa de Tránsito despierta
Gastón Solares Ávila.- Una especie de letargo ha caracterizado a la Oficina Operativa de Tránsito durante el último tiempo. Los agentes de parada y los oficiales de mayor rango desaparecieron dejando únicamente la función de educación en manos de las sacrificadas “cebras”, que tienen a su cargo una especie de misión imposible, tratando de enseñar orden a los maleducados peatones y conductores.
La Oficina de Tránsito, seguramente cumpliendo órdenes de la autoridad municipal que tiene bajo su responsabilidad tráfico y vialidad, se limitó a poner “rompemuelles” en varias calles y avenidas, haciendo que conducir vehículo sea muy desagradable por la cantidad cada vez mayor de estos insólitos estorbos, como si no hubiera otro tipo de medidas más civilizadas para reducir la velocidad de tráfico en la ciudad, que no obligue a conductores y pasajeros a trasladarse de un lugar a otro saltando en cada esquina.
El desorden en el tráfico y el caos ocasionado, sobre todo por los conductores de servicio público, tuviera que ser el primer objetivo para cambiar la conducta y la educación de quienes tienen la importante misión de trasladar pasajeros durante el día y la noche.
Cuando hay cosas tan importantes que resolver, como la citada, es irrisorio que se hagan despliegues de gran cantidad de personal para controlar el uso de cinturones de seguridad, aún en calles en las que es imposible desarrollar velocidades mayores a 10 kilómetros por hora. Jamás ha habido accidente alguno por no usar estos artefactos en lugares de baja velocidad diseñados para evitar ruptura de cuello y otros males que sólo se producen a altas velocidades. Es sencillamente ridícula esta medida que efectivos policiales tratan de imponer, en muchos casos recurriendo a su prepotencia y malacrianza, dando pésimo ejemplo a sus subalternos que han demostrado mucho más tino y educación en estas campañas.
Es lamentable que no se pueda individualizar a estas “autoridades” que son muy valientes para arremeter contra los particulares, pero que jamás hacen nada con los conductores de grandes buses de servicio público que se paran en media calle y en cualquier intersección para dejar y recoger pasajeros, sin que nadie les diga nada.
Qué triste es constatar la falta de capacidad para establecer primero paradas oficiales y la falta de autoridad después para hacerlas respetar. Sin embargo, la firmeza y eficiencia son sorprendentes cuando tienen que poner grapas o tomar otras medidas siempre dirigidas a los sectores débiles, a aquellos que no pueden bloquear o ejercer “medidas de presión”.
Corregir la situación actual no es tarea fácil, pero precisamente por eso se necesita mayor empeño, sentido común y dedicación, para actuar con equidad y en beneficio del orden porque el tráfico en la ciudad, especialmente a ciertas horas, es realmente desesperante. Si no se empieza por el principio que es educar a conductores y peatones, no se alcanzarán resultados positivos.
En toda actividad hay prioridades y aunque en el mundo se ha impuesto el uso de cinturones de seguridad, en nuestra ciudad está lejos de ser prioritario. En cambio, ordenar el tráfico es urgente y debería ser el objetivo número uno. Seguir elaborando proyectos para que las próximas gestiones los implementen, es seguir llenando papeles para justificar un trabajo que no se implementa. Si Tránsito ha despertado de su letargo que sea para algo efectivo y práctico que sirva a toda la ciudadanía y no dedicarse a aspectos que por el momento son secundarios.
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