SIN FRONTERAS
CIA y compañía
CIA y compañía
Weimar Arandia.- Durante la Segunda Guerra Mundial, un notable filósofo austriaco caminaba junto a un estudiante inglés en la ciudad de Cambridge. La última noticia de la guerra era el intento de asesinato de Adolf Hitler orquestado por los ingleses, según la denuncia de los diarios alemanes. El joven reaccionó indignado ante la acusación, argumentando que la nobleza de espíritu inglés no cuadraba con esas intenciones, aunque fuera el asesinato del líder nazi.
El filósofo que se llamaba Ludwig Wittgenstein miró al joven y le dijo que no era necesario estudiar sociología para manejarse con ideas hechas y prejuicios colectivos, en otras palabras, que no se crea todo lo que dicen los periódicos y, peor aún, que no reaccione como cualquier ciudadano de a pie haciendo referencia a supuestos comunes de que todos los ingleses eran buenos y todos los alemanes malos.
El imaginario político y social suele estar habitado por este tipo de ideas; por ejemplo, en tiempos actuales, que detrás de las resquebrajaduras del partido gobernante está la CIA, la agencia de inteligencia americana, que con un largo historial de intervención en América Latina y el mundo tiene un oscuro renombre. En tiempos en los que el socialismo real era una amenaza para el sistema capitalista, las agencias de inteligencia tuvieron un rol estratégico de desestabilización política para impedir el avance tanto del bloque socialista como del capitalista en un mundo bipolar.
Después con la emergencia del conflicto con los radicales islámicos, gran parte de los esfuerzos de inteligencia de los países occidentales se han concentrado en desarticular grupos terroristas y posibles ataques como los sucedidos en la pasada década.
En este contexto actual cabe preguntarse el interés que tuviera una agencia como la CIA en la desestabilización política en Bolivia y esta reflexión puede comenzar con una pregunta: ¿es una amenaza Bolivia para los Estados Unidos? Quien tenga la respuesta afirmativa tendría que fundamentar muy bien ante Wittgenstein.
Entrando en el detalle, ¿un candidato que se cree mejor que otro estará influido o motivado por una directriz subversiva?, ¿la antipatía que genera la soberbia de ex autoridades que buscan la reelección estará motivada por agentes infiltrados?, ¿la ambición de poder estará generada por factores externos? Son varias preguntas que deberán responderse con la mayor información posible para tener conclusiones que enriquezcan el debate y no sigan alimentando un debate basado en la especulación.
Por mi parte considero que nada puede descartarse de antemano, pero tampoco debe admitirse como una verdad absoluta aunque sea enunciada por una alta autoridad nacional. Sin duda que temas como éste se presentan como un gran desafío para el periodismo, que tiene un doble deber, primero de hallar pruebas sobre la presencia de la CIA en el territorio nacional y segundo de informar con la mayor precisión a la ciudadanía.
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