Lunes, 19 de enero de 2015
 

PAREMIOLOCOGI@

Cavilaciones dakarianas

Cavilaciones dakarianas

Arturo Yáñez Cortes.- Por obligaciones laborales después de mis vacaciones y el poco entusiasmo que mi quinceañero hijo demostró para emprender el viaje terrestre, me quedé con las ganas de visitar la capital del Dakar. Quería recibir con la bandera cruzada chuquisaqueña a nuestro Waltico Nosiglia y disfrutar de la fiesta tuerca que, si bien admite algunas reservas ambientales, financieras ¿gasto o inversión? y otras, no deja de atraerme. Así que no me quedó otra que seguirla por televisión y, como era el único canal que transmitía en vivo, sintonicé el canal al servicio del gobierno, apodado canal de los bolivianos.
Espectacular la transmisión del canal oficialista pues transmitió en vivo y en directo desde diversos lugares el rally, incluyendo unas vistas fabulosas del salar, el bosque de banderas tricolores (la wiphala no pega, pese a su repartija gratuita…) el entusiasmo del público, las guirnaldas de la “hoja sagrada” enchufada al cuello de los pilotos ante su sorpresa, desconocimiento y en algunos casos inocultable molestia; en fin, las imágenes, la fiesta y el esfuerzo, sencillamente destacables; salvando las reiteradas tomas y entrevistas al dueño del canal y Cia, que por la cobertura así brindada, parecían las estrellas del evento, como si fueran los pilotos ganadores.
A mi juicio, lo más desagradable de la transmisión fueron los comentarios, especialmente de la más repetida de las locaciones que cubría el palco oficialista. Los pilotos, después de cruzar la meta al ingreso de Uyuni, ingresaban por la Avenida Ferroviaria rumbo a sus vivacs y pasaban –en medio de una multitud- por una suerte de palco en el que estaban instalados el presidente, el vice y otros altos cargos, incluyendo un ministro que, estimo hubiera preferido ver pasar camiones. Un comentarista del canal, en ejercicio de mal gusto y llunkherio no ahorró en adulaciones para sus jefazos, desluciendo con esa actitud vasalla esa transmisión. Está bien resaltar la presencia del presidente y su gusto por el deporte –no digo espíritu deportivo después del rodillazo presidencial en la cristalería de un futbolista rival y el inexistente fair play electoral que aplica - pero de ahí a que se haga un burdo culto a la personalidad por ese medio oficialista es, sencillamente degradante por un lado para el propio comentarista y por otro, insultante para los televidentes. Ante tamaño despliegue de adulación y servilismo, en algún momento pensé que el presidente había pagado con sus ahorritos el costo de traer el Dakar a Bolivia –tal vez vendió su millonaria colección de ponchos o su khato de coca, dije- o le había metido un Decreto Supremo ordenándole al mismísimo San Pedro que no haga llover sobre el Salar para que la prueba pase al día siguiente el lugar.
Aunque much@s podamos discrepar de ese degradante comportamiento de un ser humano, cabría entender que ejerció su libertad de expresión que integra el libre desarrollo de su personalidad. No obstante, como el apodado canal del estado no funciona con los recursos propios del gobierno y menos del partido que ahora lo administra sino con los de l@s bolivian@s, cabe exigir que el servicio prestado sea por lo menos mediante el trabajo digno y profesional de sus funcionarios huyendo de aquellos cultos a la personalidad propio de estados cocaleros (antes repúblicas bananeras) en los que quienes se consideran vasallos o esclavos de algún amo supremo pareciera no reconocerse como personas, con dignidad, derechos y obligaciones, tratando a los televidentes, usuarios o conciudadanos, como tales. Sí, como se ha dicho ese evento y transmisión llegó a muchos televidentes dentro y fuera de Bolivia, esa valiosa oportunidad quedó completamente deslucida, pues si se trata de adular a su jefazo: “La adulación es una moneda que empobrece al que la recibe” DUQUESA DE ABRANTES y para quienes así proceden, BACON bien decía que: “La bajeza más vergonzosa es la adulación”.