DÁRSENA DE PAPEL
Argentina para bolivianos
Argentina para bolivianos
Oscar Díaz Arnau.- Los argentinos se han vuelto neurasténicos: viven pendientes de la ‘sensación térmica’ —que en verano suele ser más alta que la “fría” temperatura de los termómetros— y, superados por el mero calor, se agobian de solo escuchar el dato que marca un exceso de humedad realmente insoportable. Ya casi no cultivan su —esta vez entendible— narcisismo por Bergoglio, al que vuelven de tanto en tanto para no abandonar su capacidad de asombro ante el fenómeno del desapego pontifical de Francisco, un Papa más hombre de pies en tierra y menos tintura celestial. Les aprieta el bolsillo y la política y sus cultores no ofrecen salidas: “con planes (bonos asistenciales varios) no alcanza”, parece ser la morajela argentina.
Como la sensación térmica, a los argentinos les preocupa saberse inseguros por una delincuencia que, manías aparte, se mueve a sus anchas por las calles de Buenos Aires. Los noticieros se llenan con las “entraderas” de delincuentes, el “caso Lola” (la chica muerta cuando caminaba por unas tranquilas playas uruguayas) y hechos cotidianos y tan insólitos como el de un negocio robado en ¡26 oportunidades! o el de otro asaltado todos y cada uno de los días de una semana rematando con un viernes de triplete, o sea 10 veces en siete días. Allá, el Dakar no tiene ni por asomo las repercusiones desproporcionadas de cada enero en Bolivia.
En el marco de la política y las aparentes democracias posmodernas, aun en gobiernos con un marcado carácter autoritario es posible avanzar hacia una construcción de país mejor. Verbigracia: Cristina abusa de su relación con los medios pero ha permitido un más adecuado uso del canal estatal (TV Pública) que, aunque todavía lejos de la TVE española (ideal por ahora quimérico en nuestras latitudes), sirve para ensalzar con contenidos de muy aceptable calidad los valores culturales en su país.
Contrastando, Bolivia TV dedica una abrumadora cantidad de horas a las actividades rutinarias de Evo —que, dicho sea de paso, según el mismo canal del Gobierno (no del Estado), se prepara para “recibir energía y sabiduría ancestral”. Y bueno, no todo lo que brilla es oro: en Argentina informan con desesperante recurrencia sobre la seriecísima aflicción presidencial de que las mascotas viajen en “primera clase” junto a sus amos, por supuesto, todos potenciales votantes.
Ninguna sociedad ha aprendido a vivir mejor que eligiendo a sus representantes ante los poderes públicos. Esto a pesar de que la costumbre de votar —con los obvios atributos de la democracia en contraposición a la dictadura— confirma una y otra vez la máxima que dice: “cada pueblo tiene las autoridades que se merece”. Argentina es uno de esos pueblos sufridos por autoflagelación y la padecen desde adentro millones de bolivianos, por cuyo esfuerzo también ese país procura levantar cabeza todos los días en distintas urbes y el campo.
Salvo los necios ultrakirchneristas, los argentinos y sus coterráneos bolivianos están conscientes de que la presidenta CFK ha dilapidado su oportunidad de manejar con éxito una de las economías por naturaleza mejor provistas del planeta. Cristina ha preferido liderar el “gobierno de la cuerda floja”, apostando no sin capricho por un peligroso equilibrio circense entre el dólar blue, que roza las nubes de los “arbolitos” (cambistas) frente a las plazas de las principales capitales, y el de la cotización oficial.
Debido a la coyuntura económica favorable al tenedor de dólares, los bolivianos hacen turismo ahora en Argentina. Pero allá la vida es tan cara que lo que se gana en el cambio del dólar “de arbolito”, se pierde en la caja de los supermercados.
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